Agobiado de abordar temas controvertidos y pensando que podría contribuir al bienestar de mis pocos e inconformes lectores, hago una pausa en el camino, y después de haber consultado con varios médicos, para no prestarme a una farsa, resumo un mensaje propio de publicaciones dedicadas a la salud.
El sacerdote brasileño José Chorr, también profesor de física y biología, relata la extraña enfermedad que le atacó la columna vertebral, causado por el nervio ciático y que era progresiva e incurable. En un momento dado sólo podía dormir a ratos en posición fetal. Oficiaba las misas sentado. Como buen religioso le pidió a Dios que lo sanara. Otro sacerdote le recomendó que leyera un libro del padre jesuita de apellido Poig, quien había descubierto propiedades curativas del cloruro de magnesio.
Escéptico en utilizar medicamentos naturales para sanar enfermedades graves o irreversibles, al leer que el sacerdote Chorr se había restablecido totalmente, conversé con el pastor Vladimiro Vásquez, de la iglesia Visión de Fe, quien me contó experiencias de varias personas, incluyendo casos graves de otros ministros evangélicos.
Sintetizo las propiedades del cloruro de magnesio: Produce equilibrio mineral en casos de artrosis por descalcificación; regula la actividad neuromuscular; es energizante psicofísico para prevenir la fatiga y cansancio muscular; elimina calambres; coadyuva al correcto funcionamiento del corazón; combate la depresión y mareos; es agente antiestrés; evita niveles altos de colesterol; es regulador intestinal; juega rol importante en el fortalecimiento óseo, así como en la metabolización de carbohidratos y proteínas.
Es útil en problemas de irritabilidad neuromuscular (tétanos y epilepsias); ayuda a eliminar lípidos en la sangre y la arteriosclerosis, a fin de retrasar el envejecimiento; porque después de los 40 años de edad el organismo humano empieza a absorber cada vez menos magnesio en su alimentación, lo que deriva en vejez prematura. Previene y cura la gripe e inflamaciones y enfermedades de la próstata y hemorroides; evita la obesidad; es preventivo del cáncer; es un excelente laxante; modera los trastornos digestivos; reduce la bronquitis y evita los sabañones.
Para consumirlo, se hierve un litro de agua en el que se disuelve el contenido de un sobrecito de 33 gramos de cloruro de magnesio en una botella de vidrio. Se mezcla y tapa, sin necesidad de refrigerarlo. La dosis recomendada es la equivalente a un pocillo de café, de acuerdo a la edad y la necesidad.
De 10 a 50 años, media dosis. De 51 a 70 años, una dosis en la mañana; de 71 en adelante, una dosis en la mañana y otra en la noche. Para quienes viven en ciudades donde se ingieren comidas enlatadas, se debe consumir un poquito más de magnesio; y para los que residen en áreas rurales, la dosis puede ser un poco menor.
El cloruro de magnesio no crea hábito, por ser un elemento natural, sin ninguna contraindicación y es compatible con cualquier otro medicamento. Es aconsejable para todos los casos en que se haya logrado la curación esperada, disminuir las tomas a las dosis mínimas preventivas según la edad, para evitar recaídas, así como es conveniente descartar las tomas durante 2 a 4 meses una vez logrado el objetivo, y después continuar durante un período de 4 a 6 meses de dosis mínimas preventivas, con el descanso intermedio indicado.
(El enamoradizo y sensual Romualdo Tishudo descarta el cloruro de magnesio para curar el mal de amores).