Anomalías por todos lados


Editorial_LH

La Contraloría de Cuentas detectó anomalías en la forma en que compra alimentos para programas sociales el Ministerio de Desarrollo Social, lo cual no puede sorprender a nadie porque en nuestro país todas las adquisiciones que hace el Estado y los contratos para obras, están marcados por favoritismos que impiden la transparencia. En realidad, aunque cada vez más el Gobierno recurre a los estados de excepción para hacer sus compras o contratar, es muy raro que en materia de corrupción existan excepciones porque prácticamente todo se hace de manera turbia.


Y no es problema que se haya instaurado en éste o en los últimos gobiernos. Es una estructura la que existe y que garantiza que en cierto tipo de operaciones con el Estado siempre se pueda jugar la vuelta a las leyes. El que dos empresas distintas compartan representante legal y dirección fiscal, no es novedad porque las formas para burlar los tibios controles existentes son abundantes. Si no, que lo digan los Alcaldes que no poseen el nivel de sofisticación que hay en otras dependencias públicas y cuyos malos manejos pueden ser indicadores de cómo es que se manipulan los asuntos de abastecimiento al sector público.
 
 Las comidas de instituciones como presidios, las Policías y el mismo Ejército han sido fuente de jugosa corrupción como lo fue por tanto tiempo la galleta escolar. Se trata de adquisiciones que se tienen que hacer de manera forzosa porque lo demandan las necesidades del servicio público, pero la forma en que se negocian son verdaderamente leoninas y siempre hay dedicatorias.
 
 Repetimos lo que se ha dicho recientemente, en el sentido de que ahora no hay protestas ni inconformidades entre los proveedores porque hubo un generoso reparto de pastel que permite que todos estén contentos, que todos ganen y que el saqueo del erario se pueda concretar sin sobresaltos ni molestos recursos. Una inteligente jugada de quienes supieron poner de acuerdo a contratistas de todo tipo para que dejen de entorpecer los negocios y, sobre todo, dejen de poner en evidencia la forma en que se hacen los trinquetes.
 
 Todos recibiendo su salpicada están contentos y con esa fórmula se terminó por completo la eterna denuncia de quienes salían afectados en una licitación. Ahora todos ganan, poco o mucho dependiendo de sus capacidades, pero todos son parte de la jugada y por lo tanto no se meten a denunciar nada ni a reclamar.
 
 El dinero para inversión o gasto del Estado se maneja con criterio más clientelar que los programa sociales. Todo aquí es al gusto del cliente y para su entera satisfacción.

Minutero:
Las compras y contrataciones
son generalmente trinquetes;
y es que aquí las corrupciones
se negocian por paquetes