Cinco militares estadounidenses murieron en una nueva emboscada en Irak, donde el ejército detuvo a 26 personas en una serie de operaciones contra la «cúpula» de la red terrorista Al-Qaeda en el país árabe.
Los cinco militares fueron blanco de un atentado con bomba durante operaciones ayer en el este de la capital. Poco después del ataque, la patrulla fue agredida con disparos de armas ligeras y cohetes. Siete militares resultaron levemente heridos.
Estas muertes elevan a 82 el número de militares estadounidenses que perdieron la vida en Irak en el mes de junio y a 3.559 los fallecidos desde la invasión del país en marzo de 2003, según un recuento de la AFP basado en cifras del Pentágono.
Las nuevas bajas coincidieron con un llamamiento del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, que pidió a la opinión pública tiempo para que su estrategia en Irak funcione, ante la impaciencia creciente en el país, incluso entre sus partidarios republicanos más próximos.
«En este momento, estamos al principio de todo de la ofensiva», afirmó el presidente estadounidense, al subrayar que el despliegue de 30.000 efectivos suplementarios en Irak no se había completado hasta este mes.
Bush aseguró ver «signos de esperanza» en su estrategia y citó como ejemplo la toma de control de Ramadi, en la provincia de Al Anbar, hasta ahora en manos de Al-Qaeda.
En esta provincia el ejército estadounidense anunció el viernes el arresto de 16 individuos sospechosos de estar vinculados con un «importante líder de Al-Qaeda en Irak».
Tres otros activistas murieron y otros diez presuntos militantes de la red de Osama Bin Laden fueron detenidos en operaciones en varias provincias, agregaron las fuerzas militares.
«Seguimos centrándonos en la cúpula de la red terrorista, así como en los responsables de ataques mortíferos», explicó el teniente coronel Christopher Garver, portavoz del ejército.
Por otro lado, un ataque con bomba se produjo este viernes contra un oleoducto al sur de Bagdad que ardió en llamas.
«La bomba estaba colocada bajo el oleoducto en Muweilha, cerca de la ciudad de Iskandariya», precisó el teniente Mohamed Husseini, de la policía local.
Por otro lado, el líder radical chiíta Moqtada Sadr pospuso la celebración de una manifestación prevista en principio el próximo 5 de julio en Samarra (norte de Bagdad) para protestar contra la destrucción de un mausoleo en esta ciudad de mayoría sunita.
El acto fue anulado por el momento «porque el gobierno dio marcha atrás en sus promesas», declaró el imán chiíta Assad al Nasiri, en la plegaria del viernes en Kufa (sur de Bagdad), en alusión principalmente a la falta de seguridad en la carretera que lleva a Samarra.
El gobierno iraquí había instado el jueves a la comunidad chiíta mayoritaria en el país a ignorar el llamamiento de Sadr, al afirmar que «todavía» no se habían tomado las medidas de seguridad necesarias para llevar a cabo la manifestación.
El movimiento del clérigo radical ha arremetido en repetidas ocasiones contra el gobierno del primer ministro chiíta Nuri Al Maliki por no reconstruir el mausoleo, gravemente dañado por un atentado cometido en febrero de 2006.