Durante muchos años la estabilidad de nuestra economía estuvo basada fundamentalmente en la disciplina fiscal que se empezó a abandonar en el gobierno anterior y que en el actual está por pasar a la historia. En primer lugar se mantiene la tendencia impuesta irresponsablemente por Colom al incrementar el endeudamiento público sin tomar en cuenta cómo ese factor ha significado la debacle para muchos países del mundo. Pero además, la reforma fiscal que pretendía mejorar los ingresos para aumentar la capacidad de gasto del sector público, resultó ser un absoluto fiasco que, no obstante, sirvió de fundamento para un presupuesto irreal y totalmente deficitario.
El fracaso en la gestión financiera de este gobierno quedó en evidencia con el resultado del impuesto sobre circulación de vehículos, sobre el que hicieron las cuentas del gran pescador, asumiendo que al duplicar la tasa duplicarían los ingresos y el resultado fue que los dueños de automóviles no pagaron el impuesto, forzando al Presidente a reconocer que era una carga demasiado pesada. Propuso una temporal marcha atrás, pero el Congreso se aprovechó del momento para decretar la rebaja en forma definitiva.
Es tal la situación que el gobierno propuso una amnistía fiscal con la que pretenden rellenar parte del agujero causado por la caída de la recaudación. El caso es que de una fantasiosa visión de un período en el que gracias a la reforma fiscal tendrían dinero para gastar a manos llenas, se han topado con la cruda realidad de una ausencia de ingresos que les obligará a revisar sus propias estimaciones de gasto y a incrementar más aún el ritmo del endeudamiento.
España, Grecia, Italia y Portugal son apenas unos ejemplos de lo que pasa cuando los gobiernos pierden la disciplina fiscal y luego tienen que recurrir a drásticas medidas de ajuste. La diferencia, sin embargo, es enorme y muy terrible, puesto que esos países se endeudaron teniendo una sociedad que goza de muchos beneficios sociales, mientras que Guatemala se endeuda sin generar ese tipo de beneficios y por lo tanto cualquier política de ajuste que se nos imponga será severa contra la gente que vive en pobreza. Aquí no será una merma del estado de bienestar lo que se produzca por irresponsabilidad de los gobernantes, sino un incremento del estado de pobreza que ya es sumamente serio.
El fracaso de la reforma fiscal es el fracaso de toda la política de este gobierno, porque arrancó convenciendo a los diputados de aprobar un incremento de impuestos que daría fortaleza al fisco para cubrir necesidades. El resultado no hay que remacharlo porque salta a la vista y las consecuencias ya se pintan como negros nubarrones.
Minutero:
El desastre financiero
provocó gran agujero;
mucho será el sufrimiento
ante tanto endeudamiento