PARKS, SE APELLIDABA LA DAMA
El violín jamás cesaría. Louise le oprimió la mano y la miró fijamente a los ojos intensos, llorosos y respondió: sí acepto. Ella apretó los labios ansiosa y dirigió la mirada al sacerdote.
Éste levantó su Nuevo Testamento entreabierto hacia aquel firmamento pleno de luces y estrellas, emitió un suspiro y formuló la pregunta definitiva, histórica… Georgia confesó con palabras lo que su corazón moreno ya tenía por resuelto de antemano contra viento y marea: sí, sí acepto. Y se dieron un beso eterno e inolvidable en medio de la agitación y el griterío de las personas. De ésta manera la hermosa joven escocesa, corista de cabaret flotante, Mary Louise Lindley y la institutriz de idioma inglés, originaria de Piedmont, Alabama, Georgia Parks, contrajeron matrimonio la fatídica noche del 14 de abril de 1912, justo antes de que el Titanic sucumbiera en las aguas gélidas al sur de Terranova, llevándose consigo otro drama de mujeres valientes que no conviene extraer del fondo salado de los mares.
MARIANITA “LA COME INSECTOS”
Marianita Truyol traía en los huesos esa vieja maña de comer insectos. Se estrenó con los piojos de sus hermanas y las chinches del camastro. Ya en la escuela buscaba en el huerto los escarabajos morados de cáscara dura, de esos lechosos y crocantes, y se los comía de prisa ante la observación pasmada de sus compañeros de clase. Cuando cumplió los dieciocho años, sin embargo, dio un giro completo a su destino; luego del happy birthday expresó orgullosa: -“Querida familia, a partir del día de hoy me declaro vegetariana y dejo mis adorados insectos al cuidado de otros paladares delicados, ni siquiera las cucarachas blancas conformarán más mi dieta cotidiana; asimismo ratifico que, porque lo traigo en la sangre, mi advenimiento ciudadano viene aparejado a la asunción de mi carrera política, trayecto que algún día culminará, al menos, cuando llegue a ser primera dama de la nación al servicio de todos ustedes, he dicho”. Ya en la cama, satisfecha, mientras veía el noticiero de gobierno de la media noche, se comió nerviosa una uña tiesa y retorcida del dedo gordo del pie, inmediatamente saboreó las cinco uñas tiernas de sus manos blanquecinas, prosiguió apresurada con la muñeca y los dulces tendones del brazo derecho, hasta que, en algún momento de distracción glug, glug, glug; se tragó completa a sí misma. Y nadie notó su desaparición porque ni siquiera se produjo el mal olor que originan los muertos al podrirse.