Djokovic, el tenista que aprendió de un fracaso


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Novak Djokovic parece encaminarse al panteón de los grandes del tenis. Para entender las virtudes del serbio, es recomendable dejar a un lado su tanda reciente de victorias. Lo mejor es desmenuzar cómo respondió a un tropiezo.

La lista de logros de Djokovic en este 2011 es inmensa. Número uno del mundo. Dos tí­tulos de Grand Slam, con un triunfo sobre Rafael Nadal en la final de Wimbledon el domingo. Sus ganancias en premios ascienden a 7,5 millones de dólares. Una foja de 48-1.

Por HOWARD FENDRICH
WIMBLEDON / Agencia AP

Pero lo que más destaca el propio Djokovic es la manera con la que se sacudió tras encajar su única derrota del año.

Marchaba invicto en 43 partidos, con una derrota que se remontaba a la final de la Copa Davis en diciembre, hasta que la racha fue rota por Roger Federer en cuatro sets en las semifinales del Abierto de Francia el mes pasado.

Djokovic pudo haber entrado en crisis. Sin embargo, tras un breve respiro, reapareció en Wimbledon y empezó a enhebrar otra racha.

«Estoy orgulloso de tantas cosas … esa racha fenomenal, ese año increí­ble hasta Roland Garros, y luego perder una semifinal épica ante Federer, un partidazo. Pero lo mejor fue volver en gran forma y ganar en Wimbledon por primera vez», dijo Djokovic ayer en el All England Club durante una entrevista de 10 minutos con dos reporteros.

«Creo que eso era algo que antes no sabí­a hacer», añadió. «Ahora puede hacer el ‘switch’ mental para recuperarme rápidamente y afrontar el siguiente reto».

Eso fue un problema para Djokovic en el pasado, como cuando entró a lo que llamó «una crisis» durante la primera mitad de 2010. Perdió en los cuartos de final de los Abiertos de Australia y Francia, en ambas instancias dilapidando ventajas. La «crisis» alcanzó el extremo que disputó cinco torneos consecutivos en los que no pudo ganar más de tres duelos seguidos.

Le costaba encontrar respuestas.

«Pero ya no permito caer en esa clase de situación, porque no vale la pena. Es un deporte. Se gana y se pierde», dijo Djokovic el lunes. «Y jugué bien (contra Federer). No me arrepiento de nada, porque el otro jugador fue mejor ese dí­a. Me fui a dormir, descansé y vine acá para dejar lo mejor. Es lo que he logrado».

A sus 24 años, Djokovic tiene una lista de «pendientes» en su carrera. Quiere sumar los tí­tulos de los Slams que le falta, Francia y Estados Unidos. También quiere que su reinado como número uno sea prolongado.

«Es lo que yo soy: quiero ganar. Soy un profesional. Quiero ganar más grandes, más tí­tulos», afirmó. «El que sigue es el US Open».

Por más que su nivel sea tan espléndido actualmente, Djokovic considera que tiene mucho margen para pulir su juego, sobre todo en el saque y subir a la red con más frecuencia.

Señaló a Nadal, a quien desplazó el lunes del ranking, como el modelo del tenista que siempre busca la forma de mejorar.

Tal cual, el golpe que Djokovic más ha afilado esta temporada ha sido su saque. En la victoria 6-4, 6-1, 1-6, 6-3 el domingo ante Nadal, por ejemplo, Djokovic no encaró bolas de quiebre en los dos primeros sets.

Pero en lo que más ha levantado ha sido en el aspecto mental. Su confianza se disparó tras ganar la Copa Davis el año pasado a costa de Francia.

«Entendió muchas cosas», dijo su madre, Dijana, el domingo sobre la serie en Belgrado. «Maduró y empezó a jugar como lo está haciendo ahora».

Francia ganaba 2-1 la serie cuando Djokovic enfrentó a Gael Monfils en el último dí­a. Una victoria de Monfils le habrí­a dado el tí­tulo a Francia, pero Djokovic se impuso en sets corridos y Serbia terminó consagrándose por primera ocasión.

«Me demostré a mí­ mismo que puedo jugar así­, en las grandes ocasiones, bajo una fuerte presión, en las grandes citas», dijo Djokovic.

Y eso es lo que ha conseguido una y otra vez.

Esto se nota en su récord contra jugadores en el Top 10. El mismo era de 39-50 al iniciar 2011. Su marca es 14-1 este año.