VIVA: Desde la iglesia al partido


Julio Donis

Estamos llegando al final de este esfuerzo que ha implicado hacer un repaso por cada uno de los partidos polí­ticos, tratando de entender qué son y cómo interpretan el entorno. Esta tarea ha merecido una vista crí­tica por casi todo el espectro de los integrantes del sistema de partidos polí­ticos. Queda entonces en la recta final el partido Visión con Valores VIVA, el cuál al igual que los otros merece también este espacio, porque a pesar de ser un partido nuevo y casi dirí­a raro, presenta una coherencia en su propuesta casi abrumadora si se observa a la luz de otros partidos, y si se considera su reciente ingreso a la arena.


Como es un partido de reciente formación, VIVA no ha jugado en el tablero y no se sabe como actuará, sin embargo lo que si se conoce es el discurso de su lí­der, sus principios polí­ticos e ideológicos, el origen de dicha organización y ciertas percepciones en el ambiente. Para tal efecto, basta una mirada a su página de Internet para percibir que su propuesta está técnicamente bien sustentada, y que como dice uno de sus principios, el partido privilegia lo técnico antes de lo polí­tico; demás está señalar la contradicción atrás de ese principio, todos quieren esa profesión pero les cuesta reconocerse así­, polí­ticos.

También resalta la lucidez polí­tica de la propuesta, o debo decir técnica de su Plan de Gobierno al plantear como dice su logo, visión en el corto, mediano y largo plazo. Está bien estructurado en la matriz especí­fica, el planteamiento sobre desarrollo económico y sobre reforma polí­tica del Estado, un amigo dirí­a que esta fórmula es una teologí­a de la prosperidad. Sin embargo hay un valor en términos de imaginar un proyecto más allá de la coyuntura electoral, de hecho hasta el 2050. Me detengo un momento en esto y resalto que VIVA presenta un Plan que retoma los Acuerdos de Paz, el plan Visión de Paí­s y la actual propuesta del gobierno de turno con el llamado Vamos Guatemala. Es un gesto polí­tico inteligente tomar las cosas buenas de limonadas ya inventadas y de esta forma evitar el tradicional «borrón y cuenta nueva».

Por otro lado, VIVA parece ser un partido que aprovechó muy bien el método y la organización aplicada al ámbito evangélico religioso, de donde proviene su principal lí­der, y de ahí­ que su crecimiento y constitución legal se suscitaron relativamente en poco tiempo, lo que a otros les ha llevado mucho más (está por verse el desenlace de la inscripción de sus candidatos en el TSE). Un detalle importante a resaltar esta en la estructura de su organización, la cuál según consta en la página de Internet, alude más a las referencias tradicionales que utilizan las iglesias evangélicas para involucrar fieles, que a los partidos para movilizar a sus militantes. De tal cuenta que hay una persona de referencia para adultos, otra para mujeres y otra para voluntarios; la verdad no veo cuál es el criterio de distinción, ¿acaso las mujeres no pueden estar contenidas como adultos?

Paso a preocupaciones más profundas. Una de las consecuencias de la modernidad la constituyó la separación del Estado y la Iglesia, dando fin a tiempos en los que la conducción de sociedades enteras se regí­an por la idea de un ser supremo dirigiendo todo en lo terrenal, El Rey como el ungido de Dios. Dicho lo anterior me permito señalar que no se debe por lo tanto mezclar la religión con la polí­tica, los asuntos de Dios deben ser otros. Un discurso con una visión mesiánica, aunque sea muy sutil, sobre la cual vendrá al final el cambio para Guatemala siempre terminará alejándose de la realidad y haciendo creer al pueblo que las soluciones vienen de arriba y no de proceso y cambios sociales.

Este caso es complejo porque a pesar de que mucha de la evidencia puede ser adversa a VIVA, no es fácil identificarlas y menos desde la noción cotidiana del ciudadano común; es más, de una pasada, el plan parece alternativo y bien sustentado. Aquí­ conecto con otra idea más difí­cil de comprobar pero no por ello menor, y doy dos detalles. La presencia en la reciente inauguración del megatemplo de una iglesia evangélica de algunos de los principales dirigentes de este paí­s, entre los que se puede señalar al responsable del poder ejecutivo y del legislativo, tiene un simbolismo interesante. Uno más, el ritmo creciente y sostenido de las iglesias evangélicas, sin comparación en la región. Todo esto puede ser sí­ntoma del inicio de una consolidación de un proyecto polí­tico de mayor envergadura, una transformación de algunos sectores de la élite económica y polí­tica hacia un proyecto evangélico que dé como resultado en el mediano y largo plazo una vuelta al neoconservadurismo.

Esto no es nuevo, basta ver lo que ha pasado allá arriba en los terrenos del clan Bush en donde aquella mezcla de fe y poder, han dado como resultado en la práctica, una acentuación del fundamentalismo, justo lo que el señor Bush dice combatir con la fórmula de la democracia.

En fin y para los efectos de este artí­culo, no nos queda más que invitarlos nuevamente a la reflexión crí­tica y bueno, ya usted dirá.