La definición más sencilla de sostenibilidad, es la que plantea que los recursos que se utilicen para cierta actividad humana cumplan con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de una población, sin comprometer las condiciones de vida de generaciones futuras. Se habla de desarrollo sostenible ambiental y social. En el caso de la agricultura se reconoce que la producción que utiliza agroquímicos contamina suelos y agua y hace dependientes a los productores a estos insumos externos. No es sostenible.
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En Guatemala existe el gran privilegio que muchos agricultores y agricultoras conocen y practican formas de producción agrícola sostenibles, con pocos insumos externos. Es internacionalmente famoso el movimiento denominado De Campesino a Campesino, el cual se originó a través de intercambios y colaboraciones entre productores de San Martín Jilotepeque en la década de los años 70 del siglo pasado. Muchas de estas experiencias continúan vivas en muchas partes del altiplano guatemalteco como los mejores experimentos de sostenibilidad para la agricultura en el siglo XXI. Estas magníficas, bellas y diversificadas parcelas son visitadas por otros agricultores, expertos y estudiantes que llegan de toda Guatemala y del extranjero a aprender un poco del vasto conocimiento que allí se encuentra. Una de las parcelas es la de Gregorio Tejax y Bonifacia Tay, quienes llevan más de veinte años haciendo florecer su parcela de agricultura sostenible y venden los güisquiles más sabrosos de la región. Tuve la oportunidad de platicar con don Gregorio y doña Bonifacia semanas atrás y quiero compartir con los estimados lectores del Diario La Hora algunas de las ideas que esta familia campesina comparte a quien llega a su parcela:
“Para nosotros es un gusto siempre recibir personas que nos visitan; ese es nuestro anhelo de nosotros. Aquí nos encontramos a diez kilómetros de San Martín. Mi parcela es una granja permacultural, la hemos bautizado con el nombre El Porvenir. Lo que hemos tratado es la manera que haya de todo. Hay un total de 30 plantas de diferentes especies y con un total de 35 variedades de plantas medicinales. Entonces sería un total de 65 entre forestales, frutales, y otras plantas. Lo importante es que uno tenga bastante conocimiento en la cabeza, porque en veces dice uno ‘no hay trabajo, no hay nada qué hacer’, pero qué tanto hay que hacer si uno se mete al campo, organizar la basura, trabajar las aboneras.”
“Al haber una granja permacultural es un huerto del edén. Que al hombre ahí no le falta nada ‘querés un vaso de fresco, andá corta una tu naranja, un tu limón, hacé tu fresco’. En la mañana o en la tarde ‘andá prepará un té de limón, un té de manzanilla, un té de albahaca… un té de cualquier planta medicinal’. Yo trabajo las siembras, Bonifacia las plantas medicinales, las gallinas, con las vacas, también con el güisquil, con el café, la milpa. Es que en la permacultura se tiene que involucrar todo lo que son plantas, animales, la familia. Si solo papá y mamá están luchando y los hijos nada, no hacemos nada.”
“A la Madre Tierra tenemos que darle vida, entre más vida le damos, más vida vamos a tener nosotros. Si nosotros no le vamos a dar vida, estamos quitando la vida al suelo y estamos quitando nuestra propia vida. Estamos tratando la manera de concientizar a nuestra gente de que entremos al orgánico otra vez. El abono químico lo que nos vino a meter es la pereza y la pobreza.”
Muchas gracias don Gregorio y doña Bonifacia por el conocimiento y la alegría que comparten.