José Toledo, artista escultórico guatemalteco, recientemente develó una de sus obras en el Centro Cultural Carranza en la capital de México, D.F.


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En su discurso de inauguración, Pepo Toledo como todos le conocen, habló de su inspiración para esta obra titulada «Nudo neurológico al final del arco iris», y es que un factor fuerte en la realización de su obra fue el tiempo.
Toledo y el tiempo empezaron una cercana relación en el 2011 cuando el artista fue invitado a realizar una obra para una conocida empresa de relojes, de esta ocasión nació la escultura: “El tiempo está loco”, la cual más adelante fue entregada al museo Diego Rivera.
“Desde niño, para mí, el tiempo siempre fue un pretexto para pasar horas tratando de descifrar su naturaleza, el principio y el final, los límites del universo. Lo único cierto –que aprendió- es que no hay un instante de quietud”, reflexionó el escultor.
En este mismo tema, compartió con el público su perspectiva del tiempo, como algo que está totalmente fuera del control humano. “Es inútil el afán por derrotarlo, por trascender, la utopía de ser dueño de los relojes”, indicó.
El tiempo porta una inquietud permanente e insistente, herida con la ausencia desesperada por la angustia de lo que transcurre, de lo que huye fugazmente para luego no retornar.
Otro tema que puede observarse con detenimiento en la escultura es la paz, la paz interior del ser humano. Esto, fue planeado así por el artista en agradecimiento al vecino país, que tantas veces dio abrigo a los exiliados guatemaltecos. Está obra está dedicada a aquellas personas que vivieron atormentadas por la angustia del transcurrir del tiempo.
Esta obra de Toledo, que ahora adorna al centro mexicano, mide cuatro metros de alto por siete de largo, por cuatro de ancho y es conocida no por su nombre de pila sino con un sobrenombre un poco más sencillo pero ingenioso, “Garabatos”.
LA CONTRADICCIÓN DEL “AMARILLO”
“La pinté de amarillo porque es el color más contradictorio en cuanto a los sentimientos que despierta: alegría, entusiasmo, valor, fuerza, pasión. Color del sol y de la luz. Violento, intenso, agudo, irritante. Señal de peligro” refirió al público asistente.
Y este color ha tenido diferentes significados para distintos artistas, como para Kandinsky quien decía que el amarillo representaba la locura violenta, todo lo insoportable.
A su vez, el amarillo era el color predilecto de Van Gogh, “especialmente en los últimos años de su crisis, cuando pintaba paisajes de trigales bajo cielos tempestuosos y amenazantes”, dijo Toledo.
Lejos de esta percepción de añoranza por parte de Van Gogh, para Frida Kahlo significaba locura, enfermedad, miedo, pero también representaba parte del sol y de la alegría.
Toledo, a través de sus obras, no busca impactar con la monumentalidad de las piezas, por sus grandes proporciones, sino que busca hacerlo mediante la energía que contienen y la espiritualidad que emana de ellas”, elemento que da significado a trabajo como artista.
Para este escultor sus obras son apenas un grano de arena en la batalla de formas en constante cambio, que se encuentran en frágil estabilidad y en continua transición hacia nuevas formas, es decir, el universo visto en el transcurso del tiempo.
Está obra está dedicada a aquellas personas que vivieron atormentadas por la angustia del transcurrir del tiempo.