Monjas y rock en «Las poseídas»


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La historia de un marzo lluvioso y sórdido en una escuela para niñas dirigida por monjas Clarisas en la Argentina de los años 80 se lee mejor acompañada de música de Joy Division, dice la escritora Betina González, ganadora del Premio Tusquets Editores de Novela por su obra «Las poseídas».

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Por BERENICE BAUTISTA MÉXICO / Agencia AP

«Básicamente, ‘She’s Lost Control’ (Ella ha perdido el control). Ese tema de Joy Division se aplica mucho a la protagonista María de la Cruz, que rompe cosas con estos gestos medio punk. Cualquier cosa de los Sex Pistols y yendo más atrás… Velvet Underground», dijo González.

La autora, quien estudió la primaria y la secundaria en una escuela religiosa, dijo que para ella «ni (fue) traumático ni terrible» y que decidió regresar a ese mundo porque era un ambiente perfecto para la historia que quería escribir.

«El colegio religioso y la historia adolescente se prestaban para trabajar los géneros de terror o la novela de suspenso, que es algo que llama mucho a los jóvenes … No es una cuestión del miedo sino del exceso de emoción, hay algo del exceso de emoción que esos géneros capturan que conecta muy bien con la experiencia adolescente. El rock también captura eso», explicó la autora nacida en Buenos Aires en 1972.

«Que lo situara en una escuela religiosa colaboraba en incentivar esta rebeldía que tiene cualquier adolescente, porque al estar en una institución represiva la rebeldía se potencia», añadió.

«Las poseídas» comienza con una charla suicida en el baño del quinto piso de la vieja escuela entre María de la Cruz López y la chica nueva de su grupo, Felisa Wilmer, quien tras una espeluznante participación en la clase de inglés se convierte automáticamente en el bicho raro del curso, dividido entre chicas religiosas y chicas que se suben la falda del uniforme lo más que pueden.

El ámbito en el que se desarrolla la novela es femenino, por tratarse de una escuela para chicas y de que sus personajes principales son mujeres, pero González no define su novela como femenina.

«No creo que sea una novela femenina, para nada, porque trabaja mucho el mundo de la mirada masculina», dijo González, la primera mujer en alzarse con el Tusquets, a finales del año pasado. «No me gusta el adjetivo femenino porque parece rosa. La gente cuando dice femenino parece literatura rosa, romántica, no lo es; es cruda, es oscura, el sexo está narrado desde lo real».

Otro tema principal de la novela es lo oculto, ya sea en forma de escándalos en la escuela, o de dramas familiares que parecen normales para la época en la que transcurre la historia. Pese a que la sociedad y la Iglesia católica han experimentado cambios en los últimos años, González considera que lo esencial sigue igual.

«Las instituciones tardan mucho en cambiar, la Iglesia católica sin duda no cambió», dijo la autora. «Una escuela religiosa católica en este momento, en México o en Buenos Aires, se parece bastante a la escuela de mi novela aunque ahora esas escuelas sean mixtas. Por ejemplo, creo que todo el discurso que hay sobre el cuerpo, sobre la prohibición de lo sexual, sobre la virginidad de la mujer, es algo que acompaña esa religión todavía y la va a seguir acompañando y hace que todas esas experiencias sean universales».

Personajes obscuros en «Las poseídas» contribuyen a la tensión sexual que acompaña la trama y que refleja este mundo gobernado por secretos.

«La idea de la perversión y del morbo en torno a la sexualización de los niños sobrevuela la novela», dijo González, quien imparte clases de escritura creativa en la Universidad de Buenos Aires. «Nuestras sociedades son bastante ambiguas en cuanto a los niños y su sexualización, la publicidad, el cine, distintos productos culturales sexualizan permanentemente a los niños. Sin embargo está penalizado el sexo con los niños… ¿Quién pone los límites? Y, ¿cuándo un niño deja de ser niño y puede consentir algo como una relación sexual?», agregó sobre el contrastante espectro de sexualidad por el que circulan sus personajes en la novela, que recientemente se publicó en México y España.

Laureada por novelas que también incluyen «Arte menor» y «La conspiración de la forma», González asegura que a la hora de escribir no siente ningún tipo de responsabilidad o presión.

«Por suerte es como si fuera bastante esquizofrénica, tengo muy separado el momento de la escritura del momento de la edición», dijo. «La verdad cuando escribo no pienso ni en los editores ni en los lectores. La única razón para escribir un libro es un desafío personal».