La vida, y los negocios, siguen


Editorial_LH

Es evidente que la agenda de los medios de comunicación se centra en los temas que más interesan y en los días que vivimos poco hay tan llamativo como el proceso por genocidio contra el general Efraín Ríos Montt, por lo que los espacios de los medios de comunicación se centran en las informaciones pertinentes. Sin embargo, es preciso decir que la vida del país sigue su marcha y que mientras la opinión pública agarra de comidilla el tema del juicio, acá seguimos viendo el deterioro de la institucionalidad, la falta de transparencia y la ausencia total de sentido de nuestra democracia, ejemplificada esa ausencia con lo que se viene dando en el Congreso de la República a lo largo de este año.


Para muchos es una bendición que se hable ahora casi exclusivamente del proceso penal con sus muy variadas incidencias y con las posturas tan encontradas que despierta. Mientras eso pasa, se pueden seguir haciendo negocios, planificando concesiones disfrazadas de arrendamiento como la que se planea ya para La Aurora, otorgando concesiones y licencias de exploración y explotación de los recursos nacionales.
 
 Por supuesto que nuestra clase política aprovecha este momento para seguir con sus prácticas acostumbradas, navegando debajo del radar para afirmar sus compromisos con los amos del país, los financistas de campañas, quienes tienen el control prácticamente de toda la vida nacional.
 
 Ni vaya alguien a pensar que el gobierno está aprovechando el momento para atacar los problemas de conflictividad social y salir al paso de las posibles dificultades. Por el contrario, la política es de represión para contener la protesta social.
 
 La única diferencia importante que podemos notar en estas condiciones es la polarización de la sociedad que hará más serios los problemas de enfrentamiento que ya vivimos. Temas como el de la resistencia a la minería, por ejemplo, serán enmarcados en el contexto de las extremas posiciones que se han desatado y, por lo tanto, será más duro el enfrentamiento y más terrible la represión porque los promotores del negocio dirán que los que se oponen son los comunistas, reviviendo viejos fantasmas que ya debieran haber desaparecido.
 
 Los guatemaltecos tenemos que estar, literalmente, ojo al Cristo no sólo con lo que pasa con la justicia, sino con lo que ocurre con el país porque vamos a la deriva, marcados por el ritmo de los negocios que son lo único importante al final de cuentas para los que deciden las cosas en el país. Y con ello hablamos de los sectores más poderosos que ahora, instintivamente, cierran filas.

Minutero:
Mientras unos en la pena
 los demás en la pepena;
 sabiendo que este juicio
 ya les dejó beneficio