Cuando la jueza a cargo del proceso contra Efraín Ríos Montt pronunció su sentencia, de las primeras reacciones que hubo fueron aquellas que advirtieron que como resultado de ese fallo afuera del país se nos vería a todos los guatemaltecos como una partida de genocidas. Hubo algunos comentaristas que dijeron que sus hijos serían estigmatizados en el futuro como consecuencia de la decisión que tomó la juzgadora al condenar por genocidio al veterano militar que en calidad de Jefe de Estado de facto asumió la Comandancia General del Ejército.
En realidad las reacciones de la prensa internacional en general fueron todo lo contrario, puesto que se reportó que el genocidio se atribuyó al general Ríos Montt y se aplaudió que Guatemala y los guatemaltecos hubieran sido capaces de dirimir ese viejo problema por la vía legal, mediante un juicio muy cuestionado internamente en nuestro país, pero expuesto como un paso adelante por la prensa del mundo entero. Hemos seguido con detenimiento las publicaciones que se han hecho sobre Guatemala en los últimos días y no hemos visto ninguna crítica que pueda parecer como que a los guatemaltecos nos achacan colectivamente la responsabilidad de haber cometido excesos de algún tipo durante la guerra.
Ahora, tras el fallo de la Corte de Constitucionalidad que anuló lo actuado y devolvió el proceso al estado en que se encontraba el 19 de abril, Guatemala nuevamente vuelve a ocupar espacios preferentes en las ediciones en vivo, impresas o de Internet de los medios de comunicación más importantes de todo el mundo. La diferencia es que ahora nuevamente se habla de las deficiencias que nuestro país ha tenido en la administración de justicia y cómo la impunidad ha sido un fenómeno de tal magnitud que hizo a las Naciones Unidas lanzar el experimento de una Comisión Internacional contra la Impunidad. La historia de ausencia de justicia en nuestro país ha vuelto a salir a luz en los reportes que ahora se hacen sobre el curso de los acontecimientos y eso, el ser un país sin ley ni justicia, obviamente hace más daño a nuestra imagen internacional que la causada por la condena formulada para castigar los excesos cometidos durante nuestro sangriento conflicto interno.
No vivimos, por supuesto, para lo que de nosotros diga la prensa mundial ni debemos condicionarnos por las reacciones que tenga. Sin embargo, tomando en cuenta la forma vehemente en que se advirtió que la imagen de Guatemala y de nuestros hijos iba a salir lastimada por el juicio, no está demás señalar que ahora sí que nos ponen de pinto y colorado.
Minutero:
Nada como la impunidad
para causar desprestigio;
y es que actuamos sin vestigio
de querer legalidad