Genocidio: Lo mejor y lo peor


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En las situaciones complicadas aflora lo mejor o lo peor de las personas, y lo mismo pasa en las sociedades, que al verse inmersas en fenómenos complejos dejan ver parte de su esencia. Por eso resulta necesario dar un paso al costado y dejar al margen todo el enredo jurídico del juicio por genocidio y deberes contra la humanidad, y reflexionar sobre “la Guatemala” que salió a luz en medio de la polarización por el caso Ríos Montt.

Javier Estrada Tobar
jestrada@lahora.com.gt


En este caso, he visto personas -a favor y en contra de los militares- que se valen de sus privilegiados espacios sociales para insultar, descalificar y criticar a los que consideran sus opositores, con comentarios plagados de mentiras y falacias que disfrazan la ausencia de argumentos o razonamientos válidos.

Por otro lado, he visto a personas que aun tomando partido, llaman a evitar la polarización y a privilegiar el diálogo como mecanismo de entendimiento y tratan de ponerse en los zapatos de los demás para intentar entenderles. Unos piden que se respete la sentencia y en el caso de los que están en desacuerdo, proponen que se utilicen los mecanismos legales establecidos para plantear las impugnaciones y otras acciones pertinentes en el proceso.

En esta situación «límite» se evidenciaron varios abogados que incurrieron en graves faltas a la ética profesional y a los principios básicos de convivencia pacífica; no tardaron mucho tiempo en demostrar quiénes son realmente, porque expusieron en los medios de comunicación sus cuestionables estrategias “legales”, a la par de sus expresiones violentas y amenazadoras contra personas que no les provocaron.

Es una pena que no destacaran mediáticamente los verdaderos profesionales del Derecho que demostraron su compromiso con el Estado y que a pesar de las claras provocaciones de sus contrarios, les respetaron y respondieron siempre con amabilidad; no reaccionaron a las amenazas e insultos, sino que acudieron a las instancias específicas para que se resolvieran los problemas creados artificialmente para complicar el proceso.

Otros se aprovecharon de la coyuntura para crear una campaña xenofóbica, dirigida especialmente a activistas en derechos humanos e integrantes de organizaciones no gubernamentales, como si el simple hecho de participar activamente en lo que consideran una causa justa fuese un delito para los extranjeros. Por supuesto que no son aceptables las injerencias –de nacionales o extranjeros– en los asuntos judiciales, pero Guatemala es un país libre, donde todos tienen el derecho a opinar y participar.

Por si fuera poco, no faltaron los que desacreditaron a las víctimas que declararon durante el proceso sin siquiera conocerles o acercarse a ellas para escuchar sus testimonios. Al final de cuentas, las poblaciones ixiles pasaron a un segundo plano, cuando debían ser las protagonistas en el caso.

¿Es necesario publicar los nombres de los buenos y los malos? El objetivo de esta columna es promover una reflexión social y no más acusaciones hacia los actores directos e indirectos del histórico juicio contra Ríos Montt, y llegar al punto de cuestionar nuestra reacción colectiva ante esta situación límite. En términos generales, creo que no conseguimos manejar el estrés de este complicado proceso.

Entre lo mejor del juicio por genocidio están las personas que respetan la Ley, dialogan y construyen espacios de reflexión. En lo malo solo puedo ubicar a los instigadores del conflicto, inoculadores del odio y polarizadores de la sociedad.