Con una apariencia segura y emotiva por momentos, O. J. Simpson testificó ayer que desconocía que había armas implicadas en una confrontación con un grupo de vendedores de reliquias deportivas, que derivó en su sentencia por robo a mano armada y secuestro, la cual podría dejarlo tras las rejas el resto de su vida.
LAS VEGAS / Agencia AP
Simpson, con grilletes que resonaban cuando se movía en su asiento, llegó al estrado en una audiencia derivada de su pedido de un nuevo juicio. La defensa de Simpson argumenta que no fue representado adecuadamente por su abogado anterior, en 2008.
El exastro de futbol americano y actor de 65 años habló claramente al recordar los hechos que llevaron al incidente en una habitación de hotel, donde los vendedores tenían balones y fotografías familiares de Simpson.
«Nunca hablamos de armas», dijo durante el interrogatorio de Patricia Palm, una de sus abogadas.
En el juicio, otros dos acusados, que llegaron a acuerdos para declararse culpables y testificaron para la fiscalía, dijeron que tenían armas.
La voz de Simpson se entrecortó cuando recordó el momento en el que reconoció sus pertenencias sobre la cama de la habitación del hotel, incluyendo fotografías enmarcadas que solían estar en las paredes de su casa en Los Ángeles.
«Al ver estas cosas, algunas cosas que ni siquiera me había dado cuenta que habían desaparecido, me sentí conmovido. No las había visto en 10 años», dijo.
Simpson indicó a su abogada que pensó que podía llevárselas.
En 2008, Simpson estuvo también a punto de llorar cuando expresó al juez: «No pensaba robarle nada a nadie… Lo siento, lamento todo lo ocurrido».
En las audiencias no hay jurado y el destino de Simpson será determinado por la jueza del condado de Clark, Linda Marie Bell.