Repercusiones del juicio


Editorial_LH

Empiezan a producirse las esperadas repercusiones nacional e internacionalmente sobre la sentencia proferida ayer en el juicio contra los generales Efraín Ríos Montt y José Mauricio Rodríguez. La condena del primero a 80 años de cárcel y la absolución del segundo por la existencia de duda razonable sobre su responsabilidad, despertaron inmediatamente pasiones en nuestro medio y mientras unos aplaudieron la sentencia, otros arremetieron contra los juzgadores con toda clase de epítetos.


Es esta una primera etapa de un proceso que aún va a durar mucho tiempo; se trata del fallo en un tribunal de Primera Instancia y la sentencia no está firme, máxime que la defensa del general Ríos Montt ya dijo categóricamente que van a impugnar la resolución lo que obligará a que una Sala de Apelaciones conozca el caso, además de las otras incidencias judiciales que están en marcha para impedir el juicio a quien fuera jefe de Estado tras el cuartelazo de 1982.
 
 Internacionalmente se han publicado infinidad de artículos y reportajes sobre el juicio que, efectivamente, es un hito histórico importante. En Guatemala se ha dicho que la sentencia es un estigma para el país y para sus habitantes porque nos verán como un pueblo de genocidas, pero la verdad es que las reacciones internacionales han sido respetuosas de nuestro pueblo, entendiendo de manera muy clara que si hubo genocidio, el mismo no fue cometido por los guatemaltecos en general, sino por algunos muy en particular.
 
 Pero definitivamente estamos en un momento muy crítico de nuestra historia porque el fantasma del conflicto planea sobre nosotros nuevamente y las amenazas proferidas sobre el retorno de la violencia pueden materializarse si no hay madurez y serenidad de todos los que tienen algún interés en este caso. No es momento para pasiones exacerbadas, aunque hay que reconocer que será muy difícil contenerlas dada la enorme carga ideológica que alienta este debate. No hay posturas objetivas y serenas y los términos de la sentencia se ven cuestionados o aplaudidos más con criterio político que jurídico.
 
 Juzgar los hechos del pasado no debiera ser motivo de nuevas guerras y nuevas violencias; por el contrario, eso nos debiera de llevar a entender lo ocurrido, a trabajar en contra de las causas del conflicto y a esforzarnos por construir una paz basada en la justicia que traiga reconciliación. Voltear la página de la historia y enterrar nuestros amargos momentos es quedar expuestos a la repetición de la tragedia, mientras que asumir nuestro pasado y entenderlo es el camino para un entendimiento social que nos permita superar intolerancias y vivir en paz.
 

Minutero
La majestad de la Ley
debiera unir a la grey
pero aquí una sentencia
aumenta la pendencia