Nguyen Anh Quoc, un exsoldado norvietnamita, se toma lentamente la última de 35 vitaminas que debe ingerir cada mañana. Tras décadas sufriendo de enfermedades que él atribuye al agente naranja, tiene fe en que este tratamiento funcionará.
«Me las tengo que tomar, me curarán el cuerpo», dice el ex soldado de 62 años en un centro de tratamiento fundado con ayuda de un grupo establecido por la iglesia de Cienciología.
El centro, una antigua planta procesadora de hongos en el norte de Vietnam, fue implementado para ayudar a los ancianos veteranos de guerra vietnamitas a contrarrestar los efectos de las sustancias químicas arrojadas por Estados Unidos durante la guerra, pero también en parte, por el deseo de la Iglesia de Cienciología de expandirse por el mundo, lejos de los escándalos que la persiguen en Estados Unidos.
Muchos médicos consideran que el tratamiento —25 días de ingestión de vitaminas, ejercicio e inmersión en saunas— no es más que falsa medicina o que incluso es nocivo para la salud. Pero por lo menos por ahora, es muy popular aquí.
El grupo activista vietnamita que supervisa el tratamiento en Thai Binh desea ofrecerlo a las 20 mil personas que sufren de dolencias atribuidas al agente naranja. Durante la Guerra de Vietnam, la aviación estadounidense bombardeó la región con un total de 12 millones de galones de ese defoliante, a fin de quemar la densa vegetación que protegía a las fuerzas norvietnamitas y a los guerrilleros comunistas del Viet Cong.
El grupo, que cuenta con el apoyo tácito del gobierno, está por concluir un edificio especial para pacientes y está recaudando fondos para un complejo aún más grande que tendrá 15 saunas más, comparado con las cinco que tienen las instalaciones actuales.
«He visto tantas familias desesperadas que se les han acabado las lágrimas de tanto llorar», expresó Nguyen Duc Hanh, director de una filial local de la Asociación de Víctimas del Agente Naranja en Thai Binh. «No sé qué dirán los científicos sobre su valor como tratamiento, pero los pacientes dicen que les mejora salud. Ellos deberían poder disfrutar de su salud antes de morir».
Los afiliados a la cienciología creen que el tratamiento —que incluye la ingestión de enormes cantidades de vitaminas, estadías de cuatro horas en los saunas y sesiones diarias de correr por las mañanas— pueden sacar las toxinas del cuerpo mediante el sudor. No hay, sin embargo, estudios científicos que lo comprueben.
El centro fue establecido en el 2010 por cinco exintegrantes de una asociación vinculada a la cienciología llamada la Asociación por la Educación y Mejor Vida, dedicada a predicar las enseñanzas y programas sociales de L. Ron Hubbard. El grupo dio dos meses de entrenamiento a su personal.
El centro no menciona sus vínculos con la iglesia y sus voluntarios desde hace tiempo no trabajan allí. Pero su tratamiento «Proceso de Purificación» está tácitamente aceptado por las autoridades y ello le da un toque de legitimidad, además de proveerle a la Cienciología una base en el país.
La Iglesia de la Cienciología envió voluntarios a Asia para ofrecer otro de sus tratamientos, un tipo de masaje, luego del desastre natural por el tsunami del 2004, y el ciclón en Mianmar en el 2008.
Desde su creación en los años 50, la Iglesia de la Cienciología ha estado envuelta en controversias y pleitos legales por denuncias de que es un culto de costumbres turbias que recluta a personas débiles o vulnerables. Los dirigentes del movimiento niegan esas acusaciones.
Los voceros de la Cienciología promueven su tratamiento en Vietnam como un retiro espiritual para sus miembros y como un programa de detoxificación, ya sea por drogas o por sustancias químicas arrojadas durante la guerra, para el público en general.
Dos grupos afiliados con el de la Cienciología usan ese tratamiento en centros de rehabilitación por drogas en locales que han sido objeto de demandas e investigaciones por fallecimientos de pacientes.
En 1991, la Iglesia de la Cienciología ofreció ese mismo tipo de tratamiento en Rusia para sobrevivientes del desastre nuclear de Chernóbil. El movimiento aún menciona el éxito de ese programa en su publicidad online, pero Rusia le prohibió seguir ofreciendo tratamientos allí en 1996.
El año pasado, un tribunal francés confirmó los cargos de fraude contra la organización y la multó 791 mil dólares por tratar de persuadir a gente a que haga el tratamiento.
Rubina Qureshi, vicepresidenta de ABLE International, dijo que el tratamiento ha ayudado a miles de personas que han caído víctimas de contaminación química y que se han recuperado de insomnio, amnesia, dolor e inestabilidad emocional.
«Sea cual sea el pronóstico a largo plazo de estas personas, aliviarle estos síntomas puede tener beneficios profundos y por lo tanto esta es una meta que de por sí es beneficiosa», dijo Qureshi en un mensaje de correo electrónico.
El grupo que trabaja en la provincia de Thai Binh dice que selecciona a sus pacientes según la severidad de sus síntomas, y que unas 600 personas han concluido el tratamiento.
Catorce días después de iniciar el tratamiento, Quoc, quien sufre de diábetes, problemas de nervios y amnesia, dice que duerme mejor, tiene más apetito y en general está bien. Otros cuatro pacientes ofrecieron declaraciones similares.
Todos los pacientes reciben atención diaria de enfermeras y se les revisa diariamente su pulso y presión arterial. Los que vienen de afuera además reciben alojamiento y comida.
«Es un excelente programa. Siento que mi salud ha mejorado mucho», dijo Quoc, quien pasó parte de la guerra en la llamada Ruta Ho Chi Minh, que fue intensamente bombardeada con agente naranja.
No queda claro si la salud de esos pacientes realmente mejora a largo plazo. Hahn dijo que es demasiado costoso monitorear a los pacientes después que se van.
Muchas de las víctimas expuestas a las sustancias tóxicas durante la guerra no pueden subsistir por su cuenta y reciben un subsidio del gobierno vietnamita de entre 50 y 90 dólares al mes, pero hay escasos centros de rehabilitación para personas con discapacidades severas.
Ninguna de las personas que recibían tratamiento en el centro un día reciente, en que un equipo de la AP lo visitó, parecían estar sufriendo de enfermedades graves. Todos podían correr a paso cómodo por media hora.
Pham Ngoc Tan, un paciente de 29 años, dijo que fue al centro porque su padre le permitió ir en su lugar. Añadió que lo necesitaba porque su esposa no ha podido concebir un hijo.
En Estados Unidos, un centro académico determinó en el 2010 que había una correlación entre los herbicidas y los linfomas de Hodgkin, y que los herbicidas podrían tener vínculos menos estrechos con otras enfermedades.
Las autoridades en Washington durante años han cuestionado que el agente naranja haya sido el causante de enfermedades para soldados estadounidenses o vietnamitas, aunque ha gastado miles de millones de dólares en tratamientos para los veteranos de guerra. Estados Unidos rechaza cualquier responsabilidad jurídica por lo ocurrido en Vietnam.
Aunque Estados Unidos otorga asistencia financiera a programas vietnamitas de salud y de manutención de discapacitados, no hace caso a demandas de Vietnam de que compense o subsidie directamente a las víctimas, afirmando que toda asistencia se hace «sin importar la causa».
Vietnam atribuye a los desfoliantes menos enfermedades que Estados Unidos, que considera por ejemplo, ciertas anormalidades reproductivas y deformaciones congénitas como provocadas por las sustancias. Muy poca gente en Vietnam ha sido sometida a pruebas para detectar dioxinas.
Hanh dice que el tratamiento cuesta unos 350 dólares por persona, que son pagados por la asociación de víctimas. Recibe donaciones también de donantes individuales, tanto nacional como internacionales, y de empresas vietnamitas, incluso estatales. La ampliación del centro está siendo financiado por una empresa conjunta entre una empresa rusa y la estatal PetroVietnam.
El año pasado, las fuerzas armadas inauguraron otro centro para ese tratamiento en un militar hospital en la capital, Hanoi, según el director de la asociación de víctimas, Nguyen Van Rinh.
A los pacientes se le toman muestras de sangre antes y después del tratamiento, y las muestras son enviadas a Alemania, donde un laboratorio ha sido contratado para determinar los niveles de dioxina de cada paciente, dijo. El hospital se negó a formular comentarios sobre el programa.
Muchos expertos han expresado consternación por el alto volumen de vitaminas que el tratamiento incluye, especialmente niacina, ya que el tratamiento estipula la ingestión de dosis de esa vitamina mucho mayores a la recomendada por las autoridades de salud estadounidenses. La Agencia y Alimentos y Medicina de Estados Unidos ha advertido que la ingestión de niacina podría causar «problemas del hígado, gota, úlceras en el sistema digestivo, pérdida de la vista, nivel alto de azúcar en la sangre, arritmia cardiaca y otros problemas graves».
«Una cosa es que el tratamiento es ineficaz y que le sube las esperanzas a la gente injustificadamente, pero lo peor es que es algo potencialmente peligroso», expresó Stephen Kent, profesor de sociología en la Universidad de Alberta en Cnaadá, que ha estudiado a la Cienciología.
Aun así los pacientes, incluyendo Nguyen Thi Be, albergan esperanzas. Ella trabajó en la Ruta Ho Chi Minh, reparando puentes y caminos destrozados por las bombas estadounidenses. Desde que concluyó la guerra, ha sufrido dos embarazos interrumpidos, ha tenido una hija con síndrome de Down y sufre de quistes y otros problemas en el útero.
«Los veteranos de guerra aquí no parecemos enfermos, pero por dentro nos estamos pudriendo», dijo Nguyen. «Después de 13 días, no he visto un mejoramiento drástico pero con el tiempo creo que me voy a sentir mejor. Otra gente que ha concluido el tratamiento me lo ha recomendado. Parecían muy saludables cuando los vi».