El pasado miércoles por la tarde, en el aeropuerto Augusto César Sandino de Managua, esperaba la salida del vuelo que luego de una escala en El Salvador me traería de vuelta a casa, el trabajo me había llevado a pasar los días anteriores en la capital de Nicaragua, país de 5.8 millones de habitantes según el último reporte del Banco Mundial y con una extensión territorial que lo convierte en el país más grande de Centroamérica.
Realmente visitar Managua, con cinco, diez o quince años de espacio en el tiempo no parece hacer diferencia, hay alguno que otro edificio que ya hace atisbar un poco de modernidad, pero en su mayoría la ciudad parece detenida en el tiempo, así por ejemplo, si se busca una dirección, se debe acudir a la nostalgia para saber dónde quedaba la distribuidora Vicky, luego empezar a estudiar la topografía para saber hacia dónde es una cuadra arriba y luego una cuadra abajo y por último escuchar la historia de cómo “Doña Violeta” (Chamorro), cerró la Vicky, en donde sí había de todo, cuando llegó al poder. Conversar con los nicaragüenses es todo un placer, de fácil conversación, rápidamente cuentan al extraño cómo se vive y se maneja el país. Igual conversan sobre los tiros que acabaron con la vida de Alexis Argüello, el excampeón mundial nicaragüense de boxeo, que se ríen de cómo Daniel transó con los empresarios y se repartieron para uno el poder y el dinero y para los otros el dinero y el poder.
La situación política de Nicaragua, contada a través de su gente es un desafío completo en cuanto a su análisis y situación, hay versiones de versiones que van desde asemejarla al nuevo paraíso en la tierra, hasta hacerla ver como la refundación del infierno, extremo que puede parecer cierto cuando se está con casi 40 grados centígrados al mediodía y con traje y corbata. Si juzgo por lo que veo, los contrastes son enormes, las farmacias están llenas de genéricos, carretas con famélicos caballos esperan a que los semáforos den verde y se nota la carencia de infraestructura hacia donde se vea, sin embargo, por otro lado, Nicaragua está pronta a lanzar su primer satélite espacial que dotará de comunicaciones satelitales al país y a los demás países de la región o es el punto de referencia para la mayoría de empresas del istmo que ven en la ausencia de infraestructura una oportunidad enorme para poder buscar nuevas fuentes de crecimiento.
Si me preguntan, parece que en Managua, simplemente se pasa la vida, la mayoría de su población parece resignada a lo que hay y se ve poco probable que una vez que los sandinistas lograron la reelección vayan a soltar el poder, según dicen los mismos nicaragüenses, la oposición también transó con los sandinistas y de ahí que años pasarán antes que alguien dispute el poder a estos.
Nicaragua es un país rico en recursos naturales, su gente es inteligente y llena de inventiva, no creo que su situación sea la mejor y puede resultar un perfecto ejemplo de lo que sucede cuando políticos populistas llegan al poder y se incrustan en él, estar al tanto de la evolución de Nicaragua debe de ser una opción importante para nosotros.