Dos bombas que estallaron en rápida sucesión el viernes frente a una mezquita suní al norte de Bagdad dejaron 11 muertos y más de 30 heridos.
BAGDAD Agencia AP
Los ataques en el pueblo de Kanaan, a unos 75 kilómetros (47 millas) al noreste de la capital, probablemente aumentarán los temores de que haya violencia antes de las elecciones provinciales en gran parte del país la semana próxima.
Las explosiones se produjeron cuando los feligreses salían de la mezquita Omar Bin Abdul-Aziz, dijeron oficiales de policía en la provincia de Diyala, donde se ubica Kanaan. Un funcionario del hospital confirmó la cifra de bajas.
La violencia en Irak ha descendido agudamente de su peor nivel en 2006 y 2007, pero los ataques mortíferos se siguen sucediendo una década después de la invasión encabezada por Estados Unidos.
La cercana ciudad de Bakuba fue escenario de un ataque dinamitero la semana pasada: un atacante suicida se inmoló durante un almuerzo ofrecido por un candidato suní a las elecciones provinciales y dejó 20 muertos.
Minutos después del ataque en Kanaan, una bomba estalló cerca de una mezquita chií en el oeste de Bagdad e hirió a ocho personas, según policías y funcionarios de hospital.
Nadie se atribuyó inmediatamente los ataques del viernes.
La filial iraquí de al-Qaida, conocida como Estado Islámico de Irak, frecuentemente lanza ataques dinamiteros coordinados contra blancos civiles como mezquitas, mercados y restaurantes. Ataca sobre todo a chiíes, a quienes considera herejes, así como a las fuerzas de seguridad y funcionarios vinculados al gobierno de mayoría chií.
Pero en el pasado también ha agredido blancos suníes en un intento por inflamar las luchas sectarias que empujaron al país al borde de la guerra civil en los años posteriores a la caída de Bagdad hace una década.
Las autoridades iraquíes creen que al-Qaida se está fortaleciendo en Irak, impulsada en parte por la creciente anarquía en la frontera con Siria y lo que creen es la cooperación con el grupo miliciano sirio Jabhat al-Nusra, o Frente Nusra.