¿Democracia financiada o simple pistocracia?



Hoy abordamos el tema del financiamiento de la democracia que es crucial en nuestro sistema polí­tico porque teniendo partidos tan débiles y mal organizados, todos dependen mucho del dinero para realizar su actividad. En otros paí­ses, con partidos bien estructurados y fuertes, el peso del proselitismo no cae sólo sobre la propaganda sino que también la base partidaria asume tareas con mí­stica y vocación. En cambio, en Guatemala prácticamente todo activismo polí­tico se paga y por lo tanto es mucha la necesidad de dinero.

Ahora bien, creemos que es un error decir que se financia a los partidos polí­ticos cuando la verdad es que se les coopta y compra para que sean instrumentos de los grandes intereses y por ello es que en nuestro medio más que de una democracia financiada por algunos sectores, debemos hablar de la consolidación de la pistocracia, mediante la cual los que tienen dinero se adueñan de la toma de decisiones y los cheques sustituyen al mandato popular.

Más que financiamiento a los partidos polí­ticos, lo que hacen los que dan dinero es invertir y eso significa que están esperando a recuperar su inversión luego de las elecciones. Por ello es que muchos capitalistas dan dinero a varios candidatos y ello no es porque deseen fortalecer al sistema y mejorar la capacidad de todos para llegar al público, sino simple y sencillamente porque saben que así­ amplí­an su gama de posibilidades para hacer negocios.

Esa es una de las razones por las que en Guatemala no existe una variedad de oferta ideológica sino que todos parecen cortados con el mismo molde, toda vez que ese molde está determinado por los lí­mites que imponen los financistas o, mejor dicho, los inversionistas que saben que para recuperar su inversión tiene que haber un sistema que les proteja, que no vaya a poner énfasis en el consumidor y en los intereses de la gente más necesitada, sino que se concentre plenamente en el beneficio para los que dieron dinero a los polí­ticos.

La democracia, pues, no está siendo financiada por nadie porque para ello tendrí­a que ser dinero que no llegara con ulteriores compromisos sino que fuera dinero para afianzar el sistema polí­tico y eso no ocurre. El dinero llega plenamente condicionado y por lo tanto es un dinero que no financia la democracia sino financia el tráfico de influencias, la corrupción y los compromisos que nada tienen que ver con los intereses nacionales. Entendido eso, el lector puede sacar sus conclusiones sobre el mal llamado financiamiento de la democracia o de los partidos polí­ticos.