Hoy empieza el feriado oficial por la Semana Santa en que conmemoramos los cristianos La Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, justamente cuando la Iglesia Católica nos vuelven a recordar que no podemos ser verdaderamente fieles de esa fe si no entendemos la necesidad de respetar plena y absolutamente la dignidad de todos los seres humanos y trabajar especialmente por los más necesitados, por los pobres que ven el menoscabo de esa dignidad de hijos de Dios por la marginación que sufren día a día.
Guatemala es un país lleno de contrastes y no podemos pasar por alto que si bien se muestra enorme devoción y fe durante estos días con cientos de miles de personas asistiendo a los cortejos procesionales que ocurren prácticamente en todo el país, tenemos una manifestación de nuestras creencias con algún dejo de confusión, puesto que centramos la conmemoración de estos días en La Pasión y Muerte, haciendo de la entrega de la vida en el Gólgota el momento cumbre de la Semana Santa, cuando en realidad lo que da contenido a nuestras creencias y solidez a la fe es justamente lo que ocurrió tres días después, cuando Jesucristo resucitó y a juzgar por nuestra forma de conmemorar, no es significativa la importancia que se da a ese día. De hecho no hay ningún cortejo procesional de Jesús Resucitado que pueda compararse con los Nazarenos cargando la cruz hacia el Calvario o con las procesiones del Santo Entierro, ambas floreciendo en el Viernes Santo.
Debe ser la herencia de los españoles que trajeron la conmemoración de la Semana Santa como parte de la fe que a sangre y fuego fue inculcada a los habitantes del continente americano o a lo mejor hay en ello una expresión de la forma en que los originarios de América recibieron su credo. Lo cierto del caso es que ponemos más atención al gesto, inmenso por cierto, de la entrega que se hizo de la vida para salvar al mundo, sin reparar que esa entrega sin que fuera completada con la resurrección sería en alguna medida vana y carente de contenido.
En todo caso, creemos que es importante en estos días recapacitar sobre el sentido mismo de nuestra fe y centrarnos en la promoción de la dignidad de todos los seres humanos, poniendo especial atención en la gente más pobre, la que por falta de oportunidades no puede realizar plenamente el sentido de la dignidad intrínseca a todos los hijos de Dios. Las demás expresiones externas de fe son buenas, pero no tienen real sentido sin ir acompañadas de un compromiso de luchar por la justicia.
Minutero
Veremos si con el ejemplo
resucitan los chapines
luego de orar, muy catrines
y de postrarse en el templo