PNC: 450 policías discapacitados pasan penas


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De 2006 a la fecha se contabilizan 450 elementos policiales afectados por una discapacidad producida mientras se encontraban en servicio activo, que les han dejado consecuencias físicas, emocionales y económicas. La vida no es sencilla para los agentes de baja, pues obtener las pensiones económicas requiere de un extenso trámite burocrático y además son insuficientes para garantizar el bienestar de quienes un día arriesgaron su vida para procurar la seguridad de los ciudadanos y sus bienes.

POR MARIELA CASTAÑÓN
mcastanon@lahora.com.gt

PENSIONES ECONÓMICAS SON “BUROCRÁTICAS”

Tres horas antes de los incidentes violentos del 22 de abril de 2010, la línea de emergencias de la Policía Nacional Civil (PNC) recibió una serie de llamadas telefónicas alertando sobre posibles ataques contra policías, derivado de las requisas realizadas en el Sector 11 del Centro de Detención Preventiva para Hombres de la zona 18 y la Granja Penal Pavón.

Los líderes de las bandas que estaban recluidos en la cárcel –con  acceso a teléfonos y otro tipo de comunicaciones– establecieron contacto con las autoridades a través de la línea policial y amenazaron con tomar represalias porque se les había confiscado bienes ilícitos.  

Con conocimiento de lo que iba a ocurrir, a través del radio transmisor la PNC había advertido a sus unidades de servicio que tenían que tomar sus propias precauciones, pues en cualquier momento podrían convertirse en el blanco de los grupos delincuenciales.

Esa amenaza se cumplió a las 18:30 horas, debido al poder y la organización de los criminales más allá de las rejas. En actos simultáneos fueron atacados policías que resguardaban las zonas 5, 6 y 18 de la Capital y el municipio de Mixco, dejando el saldo de tres elementos seriamente heridos y uno muerto.

Una de las víctimas de los ataques fue el oficial Francisco Javier González Chacón, quien trabaja desde hace 36 años en la Policía, y en la actualidad es diabético y  ya ha pasado siete veces por el quirófano por los impactos de bala que recibió hace casi tres años. Hoy tiene problemas para movilizarse.

El oficial González Chacón conversó con La Hora sobre cómo ocurrió el incidente que cambió su vida para siempre y que hoy lo limita a realizar un trabajo administrativo como responsable del área de las cámaras de vigilancia. 

“A las diez de la mañana me dieron el nombramiento como Jefe de la Estación de la colonia Carolingia (…) a las tres de la tarde dijeron a través del radio transmisor: Están entrando llamadas anónimas al 110, hoy serán atacadas las unidades de la PNC. Motoristas, radiopatrullas, subestaciones, estaciones y comisarías, estén alerta”, recuerda.

Tras el recorrido respectivo, el oficial y otros elementos ingresaron a un comedor de la colonia. Esperaban que se les sirviera la cena cuando un adolescente irrumpió en el lugar y les disparó.

“Ese día nos sentamos hasta el fondo por medidas de seguridad, cuando de repente observamos a un jovencito como de 14 o 16 años, parado en la puerta apuntándonos con una Uzi. Le dije a los compañeros que nos iba a disparar y él accionó la ametralladora.  Caí al suelo y también el piloto y el otro compañero”, relata el PNC.

Según el entrevistado, su vida cambió completamente. Ahora no puede movilizarse con la rapidez de antes, dejó el trabajo operativo que le gustaba, se truncaron sus sueños para ascender a Comisario Policial y nunca obtuvo ninguna condecoración porque el incidente no ocurrió en persecución

Si tiene alguna molestia por su situación debe acudir al Seguro Social o invertir en su propia salud.

“Me costó estar encerrado porque yo estaba acostumbrado a estar en la calle. Cuando me acababa de suceder esto yo quería subirme a las patrullas e irme, pero me paraba en la puerta y miraba para la calle, no podía.  Hoy comprendo que ya no puedo salir, no puedo hacer lo que antes hacía. Más bien me arriesgo a que me tiren y me roben la pistola”, dice.

El oficial afirma con convicción que ama a la institución policial y no quiere dejarla: “Yo no puedo ascender porque nunca me condecoraron. Ya no puedo correr y por eso me tienen aquí adentro como jefe de cámaras. Yo quiero mucho a la Policía y no me quiero ir, por eso estoy estudiando una licenciatura”, reitera.

Una de las satisfacciones más grandes dentro de la Policía, según González Chacón, es servir a la ciudadanía y sobre todo a la gente más pobre.

“La labor de la Policía es digna porque es defender a la ciudadanía, esmerarse por ayudar a la gente pobre, que son los más humillados. El que tiene dinero no necesita de nosotros porque tiene seguridad, vive en lugares buenos y nada le pasa; el problema está entre nosotros, los de la clase media y pobre”, concluye.

HUELLAS IMBORRABLES
Eran las 4:30 horas del 6 de julio de 2003. El oficial Miguel Magali Castillo Álvarez, en ese entonces jefe de Comando de la Comisaría 16, había dormido apenas dos horas. Recibió una llamada y el radio transmisor le advertía que su equipo debía movilizarse para perseguir a un grupo delincuencial que había robado un bus urbano.

“Se nos ordenó que fuéramos en persecución, pero cuando íbamos a topar a los delincuentes en el paso a desnivel de Santa Marta, en la zona 5 de Mixco, se enfrentaron con nosotros a balazos. Solo yo resulté herido. Recibí tres balazos de AK-47; uno me cruzó el riñón izquierdo y otro me rompió la femoral. A consecuencia de esos tres balazos me quedó el cuerpo a cero”, relata el entrevistado.

Castillo recuerda que se amarró dos pañuelos en la pierna y él mismo manejó la autopatrulla hasta llegar a un centro asistencial para recibir atención. “Llegamos a la emergencia, pero después no recuerdo más”.

Rosa Pérez de Castillo, esposa del oficial, explica que su cónyuge estuvo dos meses en la Unidad de Cuidados Intensivos y aunque los médicos estuvieron a punto de desconectarlo, porque supuestamente no tenía esperanzas de sobrevivir, ella no lo permitió. Sabía en el fondo que su pareja se recuperaría.

La vida de Castillo Álvarez  cambió por completo. Hoy necesita una prótesis para movilizarse y un andador, así como la ayuda y comprensión de su familia para salir adelante, pues dice que no es fácil sobrellevar esta vida tan distinta a la que tenía.

La situación afectó a toda la familia; el oficial tiene tres hijos con edades que oscilan entre los 14 y 20 años. Dulce Rosibeth, de 14 años, tiene diabetes infantil y necesita insulina para mantenerse estable, en el Hospital de la PNC no siempre hay suficientes medicamentos para atenderla. El apoyo que recibe de la Policía es limitado, pese a que sus padres sirvieron a la institución.

Castillo recibió una condecoración cuatro años después de su tragedia y una pensión por invalidez.  La primera es por Q3 mil 300, que equivale el 60 por ciento de su salario y no siempre llega puntual; la otra es de Q5 mil  y aunque llega en la fecha esperada, es la que utiliza para sostener a su familia económicamente y para atender la salud de su hija menor.

Pese a su situación, se mantiene optimista. “No me arrepiento de ser policía. Si pudiera volver a escoger este trabajo lo haría, porque llena de mucha satisfacción. Tenemos el mandato de resguardar a la población y sus bienes”, manifiesta.

Al igual que el oficial García Chacón, el entrevistado lamenta que no pudo ascender en la escala jerárquica.  Dice que se sentiría muy animado de tener un trabajo administrativo dentro de la institución que le permita mantenerse más activo.

HOMBRES DE VALOR
Norma Hasbun de Hernández, jefa de la Unidad de Valor y Servicio de la PNC, califica a los 450 policías discapacitados como hombres de valor que arriesgaron su vida por el país y  cree que la sociedad debe valorar tal sacrificio.

“Todos ellos son hombres de valor, hombres de honor, que estaban haciendo su trabajo cuando les pasó eso.  Ellos expusieron su vida por los ciudadanos. Hay más policías buenos que malos, aunque a veces se juzga todos por dos o tres que perdieron la conciencia, pero aquí tenemos a 450 ejemplos”, dice la funcionaria.

Según la profesional, el trabajo de la Unidad de Valor y Servicio consiste en visitar a los policías con capacidades especiales, apoyarles psicológicamente –también a sus familias– y gestionar los traslados en vehículos de la Policía cuando requieren visitar al médico para continuar con sus terapias.

Entre las discapacidades más comunes está la falta de movilidad en las piernas, la pérdida de un miembro corporal y las enfermedades mentales. La asistencia de esta instancia empezó a partir de 2006 con el propósito de atender las necesidades básicas de los policías afectados.

PENSIONES Y JUBILACIONES
Información oficial de la PNC indica que los programas de ayuda para los elementos afectados por situaciones de invalidez se han implementado paulatinamente, de acuerdo a las prioridades de cada gobierno.

Del año 2009 hasta hoy, 17 personas fueron jubiladas por invalidez, pero antes de esa fecha no existía resarcimiento para las víctimas y tampoco se tenía un control de cuántas personas sufrieron una discapacidad.  El monto de dinero equivale a un salario, según el grado que tenga el afectado dentro de la Policía

Esto forma parte del Régimen Social Oficial, que contempla la seguridad social y la pensión de jubilación, pero a partir del 4 de mayo de 2011 complementariamente el Departamento de Subdirección de Personal otorga de manera más controlada ciertas ayudas.

“En el caso de que la invalidez parcial se diera fuera de servicio se otorgan Q10 mil; dentro de servicio Q25 mil. Si la invalidez es total y fue fuera de servicio el beneficio es de Q25 mil; dentro de servicio Q50 mil por una única vez.  Aparte de tener esa indemnización, todo el que se jubila con 20 años de servicio tiene Q35 mil de beneficio económico, esta instituido para que tengan recursos mientras se les da pensión por parte del Estado”, explica el Departamento de Comunicación Social de la PNC.

Mientras que de 1998 a la fecha se condecoraron a 318 policías, de acuerdo a la situación en la que se encontraban y las circunstancias como fueron afectados por la discapacidad se les concedió una pensión.

La condecoración es una “Cruz” que puede ser de oro, de distintivo rojo, de plata y solamente cruz.  Las dos primeras son beneficiadas con una pensión económica de acuerdo a un porcentaje analizado según el salario del policía.

Como se indica, en el caso de las personas que tienen una capacidad especial no tan severa, se les ubica en un puesto administrativo, pero esto se hace solo después de la evaluación de un médico.

Verónica Godoy, directora de la Instancia de Monitoreo y Apoyo a la Seguridad Pública (Impas), ve positivos los programas de asistencia para los policías discapacitados, pero considera que debe existir un proyecto más integral que permita a los elementos continuar ascendiendo dentro de la institución y acceder a puestos de trabajo fácilmente.

“Debe existir un programa especial que atienda y se ajuste a las necesidades de la Policía, para que ellos –los discapacitados– desarrollen una carrera a nivel administrativo que les permita seguir ascendiendo y aprovechar esas capacidades”, indica.

La entrevistada dice que incluso los hijos de los elementos policíacos mayores de edad podrían adherirse a la institución para tener una oportunidad de empleo. “Creo que es necesario analizar esto también; es urgente que se evalúen varios aspectos, porque hay una gran necesidad en esas familias.  Son personas que han trabajado y servido a su país, merecen tener ese apoyo”, refiere la entrevistada.

“La labor de la Policía es digna porque es defender a la ciudadanía, esmerarse por ayudar a la gente pobre, que son los más humillados. El que tiene dinero no necesita de nosotros porque tiene seguridad, vive en lugares buenos y nada le pasa; el problema está entre nosotros, los de la clase media y pobre”.
Francisco Javier González Chacón
Oficial discapacitado