La reconciliación de la sociedad guatemalteca era uno de los objetivos de los Acuerdos de Paz, pero con ese anhelo ha sucedido lo mismo que pasó con el resto de los acuerdos sustantivos que se firmaron para terminar con el conflicto armado interno, puesto que no pasó de ser un sueño, una aspiración loable pero muy difícil de concretar en la práctica.
Hoy, 19 de marzo del año 2013, se marca el inicio de un juicio que debiera ser cimiento de confianza en la objetividad de un sistema de justicia incorruptible, pero en vez de ello, se ha convertido en bandera de discordia para enfrentar nuevamente a nuestra sociedad con posturas absolutamente irreconciliables. Mientras la izquierda aplaude el juicio planteando la tesis del genocidio, la derecha se atrinchera afirmando que todo es un montaje de la izquierda, que no hubo genocidio y que la amnistía pactada debe prevalecer para dar un borrón y cuenta nueva.
No hay términos medios porque quien se ponga en esa posición será vilipendiado por unos y por otros ya que hemos llegado a un momento en el que no se aceptan indefiniciones. Ríos Montt, el anciano general del Ejército que un día fue el abanderado de las corrientes más democráticas del país para enfrentar la decisión de parte del mismo Ejército de establecer una serie de gobiernos militares cimentados a punta de fraudes electorales, se sienta hoy en el banquillo de los acusados despertando las mismas pasiones que en 1974 logró levantar cuando dirigió el Frente Nacional de Oposición. Con la enorme diferencia de que los que ahora lo señalan eran los que entonces lo aplaudían.
No fue casualidad que durante el proceso de paz se haya conformado la Comisión Nacional de Reconciliación bajo la dirección del entonces obispo Rodolfo Quezada Toruño, quien posteriormente sería Arzobispo metropolitano y Cardenal de la Iglesia Católica. Y es que hablar de paz sin reconciliación era una quimera, como se confirma ahora cuando vemos que no hubo tal reencuentro en la sociedad y que simplemente se mantuvieron por años disimuladas las enormes diferencias que existen y que hoy vuelven a aflorar con todo su ímpetu y capacidad de destrucción.
Es penoso ver nuevamente los niveles de confrontación ideológica que nos colocan, como alguna vez dijo un experto extranjero que trabajó mucho en Guatemala en los días posteriores a la firma de la paz, en una situación de preconflicto sin haber superado el posconflicto. Las condiciones son realmente preocupantes, porque todo ocurre en el marco de alta conflictividad y de criminalización de la protesta social, lo que puede considerarse con objetividad como preludio de tensiones muy graves.
Minutero
Ríos Montt enfrenta juicio
y el país al precipicio
porque puede más la estulticia
que cualquier afán de justicia