Una planta podría curar la hambruna en África


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De la rojiza tierra de este campo en las verdosas montañas del sudoeste de Nigeria crecen retoños con apariencia endeble, como si fueran fáciles de doblegar por la lluvia o una leve patada. Pero las apariencias engañan.

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Por JON GAMBRELL IBADAN / Agencia AP

Se trata del cassava, una especie de yuca o mandioca que se convierte rápidamente en un tosco tronco parecido al de bambú, con raíces tan amplias que un cultivo de una sola hectárea es capaz de suministrar tres toneladas de comida. La planta es capaz de sobrevivir a incendios, sequías o plagas, y al mismo tiempo ofrece una vital fuente nutritiva para los más de 500 millones de habitantes que pueblan el África subsahariano.

Es en este simple tubérculo que el continente podría hallar la manera de alimentarse, independientemente de las circunstancias, dicen expertos en el Instituto Internacional para la Agricultura Tropical.

«Durante guerras, durante lo que sea, el campesino que tiene cassava tiene comida», dijo Richardson Okechukwu, encargado de investigaciones sobre esta planta en el instituto.

En Nigeria, donde es costumbre comer un producto derivado del cassava, llamado eba, a la hora de la cena, la planta es un elemento vital para la nutrición en el país. En tiempos recientes incluso se ha convertido en un símbolo esgrimido por el presidente para fines políticos. Los científicos en el instituto, y otros cuya causa es la lucha contra el hambre, aspiran a mejorar los cultivos de cassava a fin de ayudar al continente a alimentarse.

Para un observador inexperto, el cassava se parece más a la rama un tronco de un árbol. La planta en realidad no es autóctona de África sino que fue traída de Sudamérica por exploradores portugueses en el siglo XVII.

Para prepararla, hay que pelarla, secar la raíz y freírla, lo que produce el garri. Por lo general los nigerianos la ingieren al pelar la pulpa y remojarla en distintas salsas o condimentos, acompañadas de carne o pescado.

El cassava también puede ser machucado para hacer harina. En otras partes de África, las hojas de la planta son consideradas un manjar especial usado para freír o hacer sopa.

Nigeria es el mayor productor de cassava del mundo, según la Organización para la Alimentación y la Agricultura, un organismo adscrito a la ONU. Brasil y Tailandia son segundo y tercero. La planta es popular en esa nación de África occidental, y por lo general crece sin mucha labor humana, lo cual le da gran valor en un país donde la agricultura se hace a mano, no a máquina.

Aunque las cosechas son buenas ahora, los cambios en el clima africano obligan a buscar una cepa más resistente, opina Robert Asiedu, director del departamento de África Occidental en el Instituto Internacional de Agricultura Tropical.

«Aunque el cassava nos ha ayudado durante años, no podemos estar seguros de que así será para siempre», expresó Asiedu. «Tenemos que fortalecerla porque las sequías se están haciendo más largas y la fertilidad del suelo está disminuyendo. Si dañamos tanto al medio ambiente que no podamos cultivar cassava, tampoco podremos cultivar nada más».

Con ese objetivo, los expertos continúan estudiando la planta en el instituto, ubicado en una reserva natural al norte de la ciudad de Ibadan. Sus laboratorios tienen cepas de cassava en tubos de ensayo y gigantescos refrigeradores que guardan semillas que datan de más de tres décadas atrás, aunque por lo general los científicos trabajan con muestras de la planta, ya que las semillas podrían tener diferente información genética.

Se han logrado algunas modificaciones a la planta, como por ejemplo la inserción de vitaminas o de sustancias que la hacen más resistente a la sequía. Incluso se ha creado una cepa de la planta amarilla, un color preferido por los nigerianos que la comen con aceite de palma.

En una cocina en el instituto, un equipo de cocineros hornea la planta valiéndose de harina regular y un 40% de «harina de cassava». El pan blanco hecho con harina de cassava sabe a pan de trigo, aunque hay también uno con el sabor de «naranja con jengibre y pasas».

Cada semana, el personal de la cocina hace un lote de pan de cassava que es enviado a la capital, Abuya, y de ahí a la mansión presidencial. Allí, el presidente Goodluck Jonathan causó controversia el año pasado cuando sostuvo en alto un pan de cassava y prometió comer sólo eso durante su período. También comió el pan ante las cámaras de televisión y lo repartió entre su gabinete, ante la mirada incrédula de algunos de sus ministros.

«Para nosotros como nación, para que avancemos, tenemos que limitar nuestro gusto por lo exótico», declaró Jonathan en ese momento. «Algunas de las cosas que se importan desde afuera ni siquiera son tan buenas como lo que producimos a nivel nacional».

En ese momento llovieron las críticas sobre el mandatario, pues sus declaraciones se daban en medio de una ola de protestas y huelgas. Jonathan podría tener razón al hablar de los beneficios de la harina de cassava, pero sus declaraciones vienen después de un intento similar por parte del entonces presidente Olusegún Obasanjo.

Sin embargo, el cassava puede emplearse más allá de la cocina. Se usa como alimento para animales de granja en Nigeria, mientras que en Tailandia se produce como tortillas o se usan sus raíces para alimento de animales. Incluso tiene uso industrial: la planta se utiliza para fabricar almidón, edulcorantes y glucosa para diabéticos.

Esos otros usos dan esperanzas a los científicos del instituto de que la cepa mejorada de la planta podrá ayudar a los pobres en Nigeria, donde en promedio la gente gana menos de dos dólares por día. Pero advierten que la prioridad es alimentar al país.

«Debido a que es un producto de uso masivo, cualquier modificación en la calidad nutritiva será de gran beneficio», dijo Asiedu. «Es necesario tener una dieta variada, con carne y pescado y demás, pero sabemos que ello es caro. Por lo tanto, para una persona promedio, cualquier suplemento mineral o nutritivo que introduzcamos en el cassava será de gran valor».