UNA PROMESA QUE NO PODÍA SER CUMPLIDA


Adolfo Hitler era austriaco, nació en la población de Braunau, en la posada “Zum Pommer” el día 20 de abril del año 1889.

El Lunes de Pascua siguiente, a las tres de la tarde, fue bautizado por el sacerdote católico Ignanz Prost, quien le impuso el nombre de Adolfo.

Los padres de Hitler fueron Alois Schicklgruber–Hitler y Klara Pölzl. Al nacer, Adolfo, desde su infancia poseía un carácter brusco, áspero, malhumorado e irrazonable a veces. De sí mismo dijo: La pobreza y la triste realidad me forzaron a adoptar una rápida decisión.

Eduardo Alfonso Luna Estrada
Céd. A-1 309873


Abandonó el instituto de Linz en 1904 por pésimas notas.
En 1925 Hitler fue contagiado de blenorragia por parte de una hebrea desconocida. Hitler vagaba por las calles de Berlín, pues nadie le daba la oportunidad de empleo. Finalmente, por lástima, una  honorable familia hebrea le dio la oportunidad como instalador de cortinas; pero el agradecimiento, trance y pago es que puso de cabeza a los otros empleados, por lo que perdió su empleo. Hitler vagó nuevamente por las calles berlinesas. Una pareja de esposos lo descubrió en las calles y vieron en él un gran líder, por lo que lucharon hasta lo increíble para que llegara al poder; por razones de destino así ocurrió. Hitler en medio de lo perverso, maligno y criminal, la enfermedad sexual adquirida fue su ruina y desgracia hasta el final de sus días. Desgraciadamente se creyó más que Dios, por lo que de antemano estaba más que derrotado.
Hitler reclutó un ejército increíble y los alemanes, ante el imponente “paso alemán” que hacía cimbrar las calles berlinesas, ante un público que estaba más engañado que todos los engaños. Hitler lo que deseaba era el manejo del oro que tenían los hebreos, ahí se originó la Segunda Guerra Mundial.  Hitler ordenó que la Gestapo cada sábado verificara que se cocinaran papas. Hitler presentó a los alemanes la maqueta de lo que sería la nueva Berlín o la guerra, él escogió la segunda. El dinero es la perdición de la humanidad.
Hitler quería mucho a uno de sus generales llamado Adolfo Eichmann, quien ordenó a sus superiores hicieran jabones de los hebreos, y él se bañaba con ellos.
Hitler declaró abiertamente la guerra con la promesa de que “Berlín jamás sería bombardeado”. Así pasaron cinco años, hasta que un día el cielo de Berlín se vio invadido por mil bombarderos de Estados Unidos, reduciendo a escombros a Alemania; se respetaron los monumentos históricos. Lo increíble del caso es que esos bombarderos cubrieron el sol, y bajo sombras siniestras y nefastas, ante los ojos atónitos de los supervivientes, Hitler se suicidó con su compañera de vida Eva Braun, con dos millones de marcos, equivalente a una carterita de fósforos