Recomendamos altamente a nuestros lectores leer el reportaje que hoy publicamos sobre la muerte de la niña Jennifer Vásquez Alquijay, porque se trata de un extraordinario trabajo de investigación que desnuda la irresponsable actitud de operadores de justicia que en vez de investigar se limitan a emitir dictámenes o resoluciones cajoneras, producto sin duda del acomodamiento en los chances, demostrando que no existe la mística de servir a la justicia y de esmerarse en el trabajo para proteger vidas.
A los que en el Ministerio Público, en la Procuraduría General de la Nación y en los mismos tribunales de familia conocieron el caso de la disputa por la custodia legal de la niña, les tiene que remorder la conciencia porque se dejaron ir por lo fácil. “Las niñas siempre quieren estar con sus mamás” fue el torpe argumento de una funcionaria del Ministerio Público cuando el padre de la niña llegó a denunciar que la menor estaba siendo víctima de violencia y documentó con fotografías las agresiones.
Sicólogas y trabajadoras sociales “investigaron” el caso y recomendaron dejar a la niña en manos de la madre sin percatarse de su sicopatía. La madre astutamente había acusado al padre de violación de su propia hija y con eso le puso cruz y calavera a cualquier esfuerzo que éste hiciera para salvar la vida de su hija. Obviamente la responsabilidad de la muerte es de la madre desnaturalizada que cometió el abominable crimen, pero no puede pasarse por alto la odisea en su conjunto ni, mucho menos, la responsabilidad de quienes intervinieron en el proceso largo por la custodia de la niña, puesto que hubo negligencia que al final termina siendo criminal.
Puede decirse que a lo sumo fue descuido porque los funcionarios que tuvieron que opinar en el caso siguieron los patrones ordinarios de resolución. En otras palabras, actuaron con base en los machotes existentes, pero no se les paga para eso sino para investigar, para conocer cada uno de los casos con su propia individualidad y peculiaridad para servir correctamente a la justicia.
No hay peor cosa que un burócrata acomodado en el chance que carece de mística de servicio y devoción por su trabajo. Claro que abundan y con una justificada razón, puesto que aquellos empleados públicos que ven a sus jefes volverse millonarios con constantes actos de corrupción y descarados hueveos (no cabe otro término) no tienen ninguna motivación para ser honestos consigo mismo y eficientes con la sociedad. Pero en este caso su indolencia, su evidente indiferencia, se tradujo en la muerte de una niña inocente muerta a golpes por su propia madre y por eso, ojalá que al menos les remuerda la conciencia.
Minutero:
Burócratas machoteros
son calaña detestable
de un Estado deleznable
por sus procedimientos arteros