Hoy publicamos un reportaje sobre el papel que jugará el Estado para proteger a los productores de café ante el impacto de la plaga de roya que se está propagando por los sembradíos del país. Y eso nos coloca en el plano de juzgar el papel que puede y debe jugar el Estado en la economía, puesto que de manera dogmática se insiste en que no hay en realidad tal papel y que a lo sumo lo que se debe esperar del Estado es que no estorbe la actividad económica y que se ocupe de dar seguridad y justicia a los habitantes de un país.
Una cosa es el dogma ideológico y otra muy distinta la realidad. En la historia siempre el Estado recibe llamados para ir al rescate cuando las cosas se complican, por lo que es válido el criterio de que muchos dogmáticos libertarios insisten en privatizar la ganancia en forma absoluta, pero socializar la pérdida cada vez que se presenta. Si el Estado no debe interferir en la economía de ninguna manera, tampoco tendría responsabilidades de rescate en épocas de crisis, pero hemos visto en todo el mundo que así es como funcionan las cosas. Europa está demostrando que para salir de la recesión hace falta la inyección del dinero público y Estados Unidos amasó el mayor déficit de su historia porque tuvo que rescatar no sólo a los bancos que abusaron de la desregulación, sino a industrias como la construcción y la automotriz.
Básicamente creemos que el Estado de Guatemala hace bien en entrar al rescate de los caficultores ante el problema de la roya que no se detiene en el lindero del gran productor sino que afecta por igual a grandes, pequeños y medianos. Pero también creemos que así como la caficultura está en crisis, lo está nuestra situación alimentaria, el sistema de salud y el de educación, por lo que es preciso que el carácter subsidiario del Estado también se proyecte en esas áreas para dar el impulso inicial a proyectos que hagan sostenible la lucha contra la pobreza.
Si en otros campos se privatiza la ganancia (hasta con exoneraciones) y se socializa la pérdida, por qué no hacerlo cuando la pérdida se traduce en desnutrición de nuestros niños, en desatención de los ancianos, en deficiencias terribles en un sistema de educación que sirve para engordar a los sindicalistas sin mejorar ni la infraestructura, ni la cobertura ni, mucho menos, la calidad de la enseñanza. Apenas nos hace falta ser congruentes y aceptar la tesis de que en épocas duras, “hoy por ti y mañana por mí.”
Minutero
Al vivir en sociedad
requerimos caridad;
alejemos el cinismo
de creer en egoísmo