Futuro incierto


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La semana que recién acaba de concluir estuvo marcada por una noticia que llamó mucho la atención: el cierre de varias universidades estatales en Grecia. Según lo anterior, las acciones ejecutadas por el Gobierno se originaron por la profunda crisis económica que atraviesa este país, y con ello pretenden ahorrar dinero, mediante el cierre o la fusión de algunas universidades.

Miguel Saquimux Contreras


En América Latina han ocurrido hechos similares.   Esto se demostró con las fuertes protestas que en los últimos años han protagonizado los estudiantes universitarios chilenos. Los actos anteriores evidencian el alto costo que representa tener una educación superior, misma que posea elevados estándares de calidad, dado que los futuros profesionales saben que no podrán cubrir la deuda adquirida –por pago de estudios superiores– cuando ejerzan su profesión.

Cuando analizamos el tema en nuestro país, el futuro de la educación superior se vislumbra muy incierto. Es pertinente recordar que el pasado 31 de enero, en el marco de la celebración de los 337 años de existencia de la Universidad de San Carlos de Guatemala –Usac–, el Consejo Superior Universitario –CSU– de esa casa de estudios, reclamó al Gobierno que le sean trasladados fondos que le adeuda desde hace tres años.

La importancia de profundizar en el tema de la universidad estatal, radica en que solo esta entidad aglutina aproximadamente a la mitad del total de estudiantes universitarios en el país. Además de ser la máxima casa de estudios, posee la tarea de ser el ente rector en lo que a educación superior respecta. 

Limitar el análisis al campo financiero sería un error, pero es innegable que cualquier esfuerzo por ampliar la cobertura de la educación universitaria o mejorar la calidad académica es imposible, si no se poseen los recursos necesarios.  Por este motivo  la Constitución Política de la República establece, en el artículo 84, que el 5% del Presupuesto de la Nación debe ser asignado a la Usac, obligación constitucional que no se cumple desde ya hace varios años, pues las prioridades del Gobierno no se encaminan a fortalecer la educación superior.

Cualquier casa de estudios se debe a sus estudiantes, y los presupuestos se ejecutan con la finalidad de formar  académicamente a los educandos. Por ello toma relevancia saber que al año la Usac invierte un aproximado de ocho mil quetzales, por cada estudiante inscrito. Es decir, que cada estudiante recibe un subsidio de Q7,900 al año, o si se quiere observar desde otra perspectiva, serían Q650 al mes.  Este dato es muy general puesto que las variaciones dependen de la carrera que estudie el alumno.

Entonces, asumiendo que se asegure en Guatemala la dotación de recursos financieros a la Usac, el siguiente reto que se avizora sería la elevación de la calidad académica. Para nadie es un secreto que actualmente la educación superior guatemalteca ha perdido grandes espacios en la región centroamericana. Eso sin mencionar los atrasos que se presentan en comparación a universidades de otras latitudes; pero no debe olvidarse que la deficiencia académica tiene raíces estructurales, y que en el nivel superior es poco o nada lo que se puede hacer para elevar el nivel académico de una persona.

En conclusión, los casos de Grecia y Chile han sido extremos, pero no estamos tan lejos de caer en la misma situación, de ahí que deben tomarse acciones pertinentes  para la prevención de crisis profundas en la educación.   Si ocurre lo contrario, el país no podrá aspirar a encaminarse en una ruta de desarrollo adecuada, mucho menos pensar en competir en este mundo globalizado, en lo que atracción de inversión respecta, puesto que, nuestra mano de obra cada vez será menos calificada y especializada.