El hijo del asesinado primer ministro Rafik Hariri acusó hoy al nuevo premier libanés de ceder a las presiones de Jezbolá, que se niega a entregar a cuatro miembros acusados por un tribunal especial del atentado que mató al estadista en el 2005.
El primer ministro Nayib Mikati replicó, insinuando que Saad Hariri —también ex primer ministro— está tratando de explotar la muerte de su padre con motivos políticos y para dividir al país.
BEIRUT / Agencia AP
La implicación del poderoso grupo chiíta Jezbolá en uno de los asesinatos más sorprendentes en la historia del país amenaza con sumir en una nueva crisis violenta a esta nación árabe en la frontera norte de Israel. La organización extremista niega haber participado en el crimen y dice que no va a entregar a ninguno de sus miembros.
Pero el bloque encabezado por Saad Hariri, de tendencia pro occidental, dijo en un comunicado que Jezbolá está reteniendo al país como rehén al forzarle a escoger entre estabilidad y justicia. Jezbolá —el miembro dominante en el nuevo gobierno libanés— tiene un arsenal mucho mayor que el del ejército nacional.
«Nosotros continuaremos nuestra lucha para acabar con esa supremacía por las armas», dijo el grupo de Hariri, conocido como 14 de Marzo, en una declaración emitida el domingo. Con ese objetivo, 14 de Marzo «comenzará a trabajar para derrocar este gobierno» a menos que Mikati anuncie esta semana en el Parlamento que reconocerá al tribunal.
El 14 de Marzo es una coalición nombrada en honor del comienzo de masivas protestas antisirias en el país en el 2005. Inmediatamente después del asesinato de Hariri, todas las sospechas recayeron en Siria, el vecino país con enorme influencia en Líbano y que respalda a Jezbolá.
La oficina de Mikati dice que el bloque de Hariri está lanzando «una campaña basada en falsedades para confundir a la opinión pública y tornarla contra el gobierno».
Las figuras de la oposición, dice el primer ministro, «están aprovechando el crimen contra el mártir Rafik Hariri y sus amigos para mostrar su furia y desprecio por el gobierno».
El atentado con bomba que mató a Rafik Hariri y otras 22 personas fue uno de los magnicidios más dramáticos en Medio Oriente. Hariri, suní, era uno de los políticos libaneses más prominentes luego del fin de la guerra civil de 15 años en 1990.
El gabinete está lleno de aliados del Jezbolá, por lo que existe poco entusiasmo en el interior del gobierno actual para darle seguimiento al caso.