Maniobra de Belice


Editorial_LH

Sin que nuestras autoridades hubieran sido alertadas por la Embajada de Guatemala en Belice y, por supuesto, sin que el Ministerio de Relaciones Exteriores se diera cuenta, Belice había modificado su legislación sobre los referéndums poco antes de concretar con Guatemala el acuerdo para someter simultáneamente a Consulta Popular el traslado del diferendo a la Corte Internacional de Justicia. A ciegas, como ha pasado tantas veces en nuestras relaciones internacionales, las autoridades aceptaron que se pactara la realización del referéndum el mismo día en los dos países y así se concretó con los “buenos” oficios de la Organización de Estados Americanos.


Fue hasta esta semana que se filtró a la prensa que Belice había dispuesto la modificación de la ley que encierra una trampa para que no cobre validez el resultado del referéndum. Mientras tanto, Guatemala gastará varios cientos de millones de quetzales en su propia Consulta Popular que será una salida en falso porque únicamente servirá para que los beliceños midan el comportamiento de nuestra ciudadanía, toda vez que la que ellos hagan no tendría efectos legales por el alto requisito de asistencia de votantes que establecieron en la nueva norma.
 
 La actitud de Belice no puede causar sorpresa porque aprendieron de diplomacia en la escuela de la Pérfida Albión y por lo tanto están procediendo de conformidad con la mentalidad ventajista del colonialismo. Tampoco puede sorprender, desafortunadamente, que los beliceños hayan dado atole con el dedo a nuestros funcionarios, empezando por el incapaz que ejerció el cargo de Embajador cuando se produjo la reforma legal, puesto que es la eterna historia de nuestra diplomacia, caracterizada por su ineptitud que tiene la raíz en la misma oficina del Canciller, por donde han pasado individuos que no tienen idea de lo que es su obligación y responsabilidad, por mucho que sean sus aires de grandeza y el renombre alcanzado dentro de las esferas vacías de ideas, pero plagadas de zalamería.
 
 Ayer el gobierno de Guatemala planteó que si antes de finales de febrero no se cambia la norma en Belice, acá no haremos consulta popular porque la misma sería una pérdida de dinero pero, lo más importante, una oportunidad para que los beliceños conozcan la actitud de los guatemaltecos sin que ellos tengan que asumir ningún compromiso porque la falta de participantes en su referéndum lo dejaría como un ejercicio inútil. No caer en ese juego es fundamental para dejar de ser los pendejos con los que siempre hacen lo que quieren las autoridades beliceñas que nuevamente planificaron una trampa para dejar en ridículo a Guatemala.

Minutero:
Seguro presiona la OEA,
porque siempre pelotea;
a la trampa beliceña
es preciso darle leña