El peligro de engolosinarse con la encuesta


Oscar-Clemente-Marroquin

Para el gobierno de Pérez Molina tiene que ser satisfactorio ver que las expectativas de muchos guatemaltecos están siendo cumplidas al punto de que un setenta por ciento, según Prensa Libre, y cantidades parecidas según encuestas realizadas por el mismo gobierno, muestran su aprobación a lo que ha hecho el gobierno en el primer año de gestión, cifra muy superior a la que han tenido los últimos gobiernos cuando se midió la percepción ciudadana al cumplirse los primeros doce meses de gobierno.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Hay que advertir, sin embargo, que es peligroso caer en el engolosinamiento producto de un triunfalismo derivado de esas cifras, puesto que existen otros indicadores que reflejan percepciones distintas que vale la pena, por lo menos, tomar en cuenta porque no tienen tanto que ver con la publicidad y propaganda, sino que se fundamentan en análisis de coyuntura y de la realidad nacional.

Un aspecto que me llamó la atención en los mensajes oficiales de ayer fue la advertencia de que no estamos frente a un año en el que existan serios problemas de conflictividad social y el gobernante dijo que está dispuesto a enfrentar los problemas que vengan con ánimo de diálogo para reducir los niveles de tensión. Eso, dicho después del ataque brutal dirigido contra personal de seguridad de una empresa minera y ante las posturas encontradas que hay en el tema del desarrollo rural, hay que considerarlo seriamente porque hará falta mucha capacidad de diálogo y negociación para sofocar los riesgos que se presentan y que han preocupado a sectores como las iglesias, la Universidad de San Carlos y al Procurador de los Derechos Humanos.

El Presidente ha dejado de contar con el apoyo de uno de sus más estrechos colaboradores en el marco de la promoción de la Ley de Desarrollo Rural, el sociólogo Adrián Zapata, quien renunció por motivos académicos ya que la Universidad le reclamaba para continuar su labor allí. Sea o no cierta la excusa o razón para la renuncia, el hecho es que el Presidente pierde a un valioso aliado que tenía comunicación directa y fluida con los grupos campesinos y ahora todo el peso de esa responsabilidad se traslada al coordinador del sistema nacional de diálogo.

Yo, desde luego, quisiera que el país estuviera avanzando en una senda que justifique la aprobación entusiasta de setenta por ciento de la población porque todo lo que ocurra de bueno para Guatemala hay que recibirlo con beneplácito. Tengo, sin embargo, serias dudas de que realmente se esté enderezando el rumbo de nuestro agotado modelo político y lo veo en el Congreso de la República, por donde tiene que pasar cualquier iniciativa seria de transformación, y que se mueve al ritmo de otros intereses.

Veo con preocupación que ni la Contraloría ni el Ministerio Público hacen nada en el tema de la corrupción y por ello el gobierno puede decir que están luchando por la transparencia porque no hay nada que demuestre lo contrario, especialmente en el campo de las responsabilidades de los funcionarios públicos, pero es voz generalizada entre la población que hay una serie de negocios en marcha y que los poderes fácticos siguen haciendo de las suyas a sabor y antojo porque nada en el sistema ha cambiado y no hay razón para suponer que ellos dejaron de ser ambiciosos, de querer aprovechar las deficiencias estructurales para seguir amasando millones. Si todo el sistema funciona igual y no hay cambios a la vista, es obvio que los mismos siguen haciendo tanto pisto o más que antes, porque en eso de la corrupción las proyecciones de gobierno a gobierno no son matemáticas sino geométricas.

El tiempo dirá si Pérez Molina maneja con propiedad y madurez este baño de popularidad que reflejaron las encuestas.