Este primer año de Gobierno, como ya es tradicional, se le fue rapidísimo al presidente-escudero Otto Pérez. A todos los mandatarios les pasa lo mismo. También, todos ganan unas cuantas canas. Pérez ya tenía el pelo blanco, así que no se le nota mucho, pero a todos les sucede.
El actual Presidente de la República de Guatemala, muestra un poco más de peso y una flexibilidad mayor en los cachetes. Mas adustas sus facciones, como muestra de las numerosas noches de insomnio que debió pasar en estos 365 días, desde que asumió el cargo en 2012. Desvelos, cansancio, comidas deliciosas, poco ejercicio, algún que otro “traguito” todos los días… y mucho stress, lo tienen “un poco” pasadito de libras… pero aún no tanto. Es una persona que ha logrado pasar ya la cuarta parte de su mandato, y no da muestras exageradas de envejecimiento…pero sí de cansancio. Él no es muy risueño que digamos, pero ahora ríe mucho menos: está estresado permanentemente. Y no es para menos, su partido se le está resquebrajando. Las grietas son cada día más marcadas, las profundas divisiones ya son del conocimiento público y se ha empezado a murmurar que es muy poco el tiempo, para que tan rápidamente se haya “desgranado la mazorca”. Todavía no han saltado como popo-ropo los “clavos”, pero los problemas, son grandes y serios, como les ha sucedido a todos los partidos políticos chapines.
Otto Pérez debería despedir a su vocero, porque lo tiene de vacaciones forzadas, ya que se echó encima la tarea de ser el publirrelacionista de su propia presidencia. Él sale a apagar todos los incendios, pero desgastándose innecesariamente. Él sale a defender a todos sus ministros, a todos sus funcionarios, a todos aquellos que durante este año resultaron pícaros, corruptos e ineptos. Así como algunos “negocitos” del Estado. Él salió a defender la reforma fiscal, que no fue tal, sino una modificación de leyes para hacernos pagar más a las clases medias y algunos cuantos centavitos a los poderosos… Y por eso, los más recalcitrantes están indignados con su escudero-presidente, al grado que algunos están llamando a no pagar ningún impuesto, para desestabilizarlo y obligarlo a que dé marcha atrás.
Otto Pérez ha tenido que negar públicamente, algo imposible de creer: que no hay división al interior del partido, aunque las últimas noticias, lo contradigan. Hizo muy mal en anunciar anticipadamente el cierre de FONAPAZ entidad; la hubiera cerrado de un solo y no esperar que su Director saliera a denunciar que el problema es entre cúpulas partidarias, y a decir que ese antro de corrupción estaba compuesto exclusivamente por gente del Partido Patriota. Ya todos lo sabíamos, pero ahora, el propio despedido Director lo confirma: es un botín político. Es una guarida de excandidatos, secretarios del partido oficial y líderes departamentales. O sea: lo retrató como el clásico lugar para pagar facturas. Es el barco gubernamental menos visible, pero que navegaba en las aguas más profundas de la corrupción, casi como su mejor insignia. Sin embargo, fue diseñado con tal habilidad, que no se le puede comprobar nada al Director y el actual ha pedido revisión de cuentas de todos los anteriores, para entretener la “nigua”, mientras que él va a desaparecerse.
Otto Pérez, en vista de los problemas con sus patronos, ha decidido irse a celebrar su primer aniversario en la zona 18, en un acto cargado de simbolismo, pues busca estar cerca de las clases populares, apoyarse en ellas. Semióticamente, pretende arrebatarle el discurso populista a Manuel Baldizón, porque ve cómo su partido se le resquebraja en medio de disputas de sus dos mejores aliados, hoy enemigos acérrimos. Todo por las ambiciones desmedidas de poder.