“El Obelisco de mi abuelo” de Luz Lescure


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Trasciende en nuestra mente el recuerdo que viene desde la niñez como una madeja de lana que a veces la vemos enredada, enmarañada con imágenes difusas y frases entrecortadas. De repente encontramos momentos en nuestra vida para desenredar y rehacer esa madeja de pensamientos y añoranzas, que se convierten, entonces, en pequeñas historias que contamos, confesamos y expresamos con la satisfacción de ser tan reales como nuestros propios sueños.

Grecia Aguilera


Así es el libro “El Obelisco de mi abuelo” de la distinguida diplomática Luz Lescure, esposa del Excelentísimo Señor Embajador de Suecia en Guatemala, Michael Frühling. En la presentación del compendio de cuentos, Luz nos manifiesta sus reflexiones y sentimientos hacia su propia obra: “¿Habrá alguna categoría literaria para los recuerdos? No lo sé. Solo sé que la vida está hecha de miradas, sentimientos y recuerdos propios y ajenos; esos recuerdos que se derivan de ‘darle cuerda al corazón’. Algunos son dolorosos, pero es preferible recordar aquellos que nos hacen sonreír, aunque nos cuesten lágrimas. La mayoría de los relatos que aquí presento, son tejidos de recuerdos, de esa dimensión intermedia entre la fantasía y el sueño. Recuerdos de mi vida y de vidas ajenas, de gente que he tenido cerca en algún momento, en algún lugar, con alteración sólo de nombres y lugares para no causar problemas a los amigos. Todo cuánto aquí escribo, aconteció en la vida real o en la imaginación, que, al final, son lo mismo. Cuento realidades mezcladas con fantasías, pues la realidad supera casi siempre a la fantasía y, porque ésta es la única realidad aceptada por los humanos. Todo esto, de alguna manera, me parece hermoso, por eso lo quiero compartir.” El libro reúne 16 cuentos breves que combinan la realidad y la fantasía como una serpentina, enroscándola y desenroscándola, al mismo tiempo que revela dentro del seguimiento de la lectura, diversas situaciones de la vida de los seres humanos. Las imágenes relatadas nos trasladan al mundo de los recuerdos de Luz, ese mundo que puede ser de espejismos, quimeras o pesadillas todo difuminado en su ‘inconsciente racional’, el cual es la vía perfecta de comunicación entre sus recuerdos y el constante suceder. Dentro de su universo de visiones rememoradas que residen en su “psique” no hay tabúes ni censura, esencia en los relatos de Luz. Los títulos de los cuentos son muy sugerentes, alusivos y relativos al contenido de la narración. El primero lleva el título del libro, luego siguen “La torre de las Brujas”, “Padre Elfo”, “Curados de espantos”, “Marero”, “El que no es virgen”, “Tiempo”, “El barranco”, “El Padre Chepe”, “A cuentagatos”, “Cuentos de Juan”, “La sala XVII”, “Fiestas de pueblo”, “Historia inconclusa”, “Dicen por allí” y “La niña de las cenizas”. En este último, Luz describe de manera inexorable y concisa, que la existencia diaria no es un cuento de hadas, aquel que todos quisiéramos vivir. Me recuerda tal vez sin querer el cuento de “La Cenicienta” de Charles Perrault, aunque debo confesar que en la corta narración de Luz no existe ni príncipe azul ni mágicas diamantinas. En una parte del relato escribe: “Esta niña creció pobre, en el campo. Su madre –hada madrina–, para que sonriera y no enfermara, le hizo creer que era muy especial… Un día despertó y no era más que una mujer común y corriente: las canas aflorando en su cabello, la mediana edad, los hijos, las calabazas no solo seguían siendo calabazas –estaban en peligro de extinción–…” Una vez más, Luz Lescure expone su más intrínseco sentir en esta serie de razonamientos y pequeños estudios psicológicos, demostrando así que el recuerdo perdurará mientras el olvido no exista. “El Obelisco de mi abuelo”, está disponible en librería “SOPHOS” en la Ciudad de Guatemala.