Mi padre –don Roberto-, me regaló allá por los albores de mil novecientos cuarenta -cuando aún era un niño con deseos de conocer los secretos y belleza de la ciudad donde nací- una visión diferente para apreciar y valorar los monumentos que engalanaron y distinguieron a la muy noble y muy leal ciudad de Santiago de Guatemala.
Me enseñó no sólo a ver esos monumentos convertidos en ruinas –muchos abandonados por la indiferencia humana, entre cafetos y gravileas o cubiertos de maleza y en perpetua humedad, como aún sucede en nuestros días entre malezas y matorrales- sino a reconstruirlos mentalmente y más aún en observar cuidadosamente los elementos de su arquitectura, que las distinguen. Por ejemplo: el trazo de planta para apreciar la concordancia de sus elementos. En el exterior la fachada -delicada expresión de un retablo- decorada con primor en estuco, entre dos torres que rematan en el campanario. Las dos calles del Evangelio y de la Epístola separadas por columnas de diferentes estilos, las hornacinas entre pilastras que custodian los santos que las protegen y la calle central con su pórtico, puerta, ventana y pináculo. En su interior: las columnas que sostienen la estructura, la cúpula que es signo de ascensión, la distribución de los ventanales para darle paso a la luz y la ventilación, la nave o naves con amplio espacio para el desplazamiento procesional y humano, en cada bernegal los altares de madera artística y delicadamente tallada y sobredorada y los materiales de su construcción –piedra y ladrillo- para intuir cómo fueron en su época de grandeza, con su misterio, su leyenda y su historia. Y comprobar, a la vez, que cada monumento que ornamentó a la ciudad de Santiago de Guatemala, cumplió con los tres requisitos básicos de la arquitectura: belleza, firmeza y utilidad. Aún en ruinas, lo expresan.
Hoy ves vacío el arco de los pórticos –me decía-, paredes con grietas manchadas de humedad y salitre. Las naves sin reclinatorios, altares, imágenes, candelabros y lámparas. Abierto el círculo de la cúpula. Los campanarios con grietas y sin campanas. El piso húmedo aún con ladrillos de su tiempo donde brota la yerba. Lo mismo sucede con los conventos y monasterios, los edificios reales, colegios y universidad y los palacios real, arzobispal y consistorial. Imagínate si lo ves desde otra perspectiva. La piedra y el ladrillo que conforma su estructura. El trazo arquitectónico y la disposición de los espacios y la luz. La belleza de cada fachada hecha con primor. Es tal que parece el trozo de un verso o las primeras notas de una sinfonía. Cada bernegal adornado con un altar delicadamente tallado y sobredorado, salido de las manos de obreros- artistas ignorados, donde resaltaron sus bellas imágenes devocionales salidas de los talleres de insignes imagineros criollos. Sus paredes aún conservan el aroma del incienso y en sus naves, flotan las preces de las plegarias de sus fieles. Aunque sus coros estén vacíos, aún vibran las notas musicales, salidas del órgano para las grandes ceremonias, las voces fuertes de los monjes y las dulces de las monjas. Las velas que alumbraron altares y las naves, su luz no se apaga y se enciende en el apacible silencio de la noche.
En noches de luna llena se cruzan las sombras del sacerdote oficiante junto a la del sacristán y del monaguillo que pasa el misal del lugar del evangelio al de la epístola y el maestro de capilla con un fajo de infolios donde la oración se torna plegaria musical. No veas solo ruinas y escombros. La piedra habla por sí misma de siglos que, unida al ladrillo con sólida argamasa, son testigos mudos de tiempos de esplendor. Agrégale la armonía y la belleza de su fachada y su interior y tendrás una imagen diferente de los monumentos, donde los arquitectos y alarifes dejaron huella y escuela. Juega con tu imaginación y veras entonces, cuán diferente es tu visita y cuánto puedes apreciar aunque las feroces disposiciones de la real autoridad y las manos destructoras de los indiferentes, quisieron y quieren borrar el esplendor de su pasado.
Cuando estuve por primera vez frente a la Giralda de Sevilla, encontré en la base, a ras del suelo, tres piedras con inscripciones romanas. De inmediato pensé en los tantos años de su existencia y la huella imborrable de una civilización milenaria. Los árabes –después- levantaron, en el año 1000 de la era cristiana, los sólidos cimientos de su mezquita y el alminar, con las piedras del circo romano, que ahora es la emblemática Giralda, símbolo de Sevilla, convertida en el histórico campanario de la monumental catedral sevillana.
Cuánta razón tenía mi padre. Cada piedra, cada ladrillo encierra un misterio, una leyenda o una historia que para muchos pasa inadvertida. Y para reafirmar el consejo de observación de mi padre, recién, el arquitecto Ricardo Aroca ha publicado su libro “Memoria Secreta de los Edificios” donde afirma que “los edificios no son simples piedras, sino algo más. Tienen memoria y vida.”
Cuando se visitan los monumentos -hoy en “ruinas”- de la que fue, la bella, emblemática, mística y monumental ciudad de Santiago de Guatemala, el consejo de mi padre se enriquece con la opinión docta del arquitecto Aroca que no solo ve simplemente piedras, sino que cada edificio tiene memoria y vida.
Además de la necesaria y paciente observación, son los inventarios los que enriquecen su pasado esplendoroso, porque podemos reconstruir cómo eran las iglesias y los demás edificios en la época de su esplendor, antes del terremoto de Santa Marta y de la destrucción humana, que los convirtió en ruinas. Encontramos lo poco que dejaron después del desmantelamiento y abandono de la que en su tiempo fue, nada menos que la Muy Noble y Muy Leal ciudad de Santiago de Guatemala.
Lo útil e importante, hasta los escombros y material reutilizable, fue trasladado al nuevo asentamiento de la Ermita. Los inventarios nos devuelven con veracidad, la memoria y la vida de los edificios civiles, religiosos, educativos y militares que, con un poco de imaginación, reconstruimos la riqueza y belleza que los distinguieron.
En el Suplemento Cultural de La Hora, del sábado 17 de diciembre del 2011, di a conocer el segundo inventario de la Nueva Catedral de la ciudad de Antigua Guatemala, levantado el 18 de febrero de 1816, sin los privilegios de Metropolitana sino sede de la naciente Parroquia del Señor San José.
La investigación histórica, nos lleva ahora a reconstruir, con el primer inventario levantado dieciocho años después del terremoto de Santa Marta, cómo renació al culto religioso en la iglesia Catedral, llamada entonces, Iglesia del Señor San José, con bienes de otras iglesias, que sufrieron el desmantelamiento y abandono.
En el año de 1790, se trasladaron a la iglesia principal de la Parroquia del Señor San José, los bienes de la Capilla de la que fue Real y Pontificia Universidad de San Carlos de Borromeo “de la arruinada ciudad de Guatemala”, de personas particulares, de la iglesia del Señor San José y de otras iglesias filiales, porque el desmantelamiento lo que dejó fue, un cascarón en ruinas. Hoy me ocupo del “Inventario de los Muebles que existen en la Iglesia de Sx. Sn. Jph. (José) en el presente año de 1791.”
Los bienes los formaban Piezas de plata, casullas, albas, imágenes de bulto, cuadros, piezas de retablo, muebles, cera de castilla y piezas distintas procedentes de las iglesias del Sr. San José, Santa Lucía, Santa Inés, Dolores de Abajo y de Arriba, San Lázaro, la Santa Cruz, la Escuela de Cristo –que a la vez fueron desmanteladas de lo poco que dejaron- y de propiedad particular.
Piezas de Plata. “Primeramente un copón nuevo todo dorado que costeó y dio don Francisco García por mano del S. B. D. Cleto Ordóñez; Ytem, otro copón pequeño del S. B. D. Cleto el cual lo mantiene prestado; Ytem, dos cálices con sus patenas y cucharitas ambos de obralisa los cuales solicitó el Sr. Vicario D. Pedro Antonio Castilla prestados de los bienes de S. Lucía y de Sn. Lázaro; Ytem, un incensario con la naveta y cuchara de los bienes de Sn. Lázaro el cual solicitó prestado el Sr. Vicario Dn. Pedro Antonio Castilla; Ytem, una custodia de obra antigua de la Iglesia de Sn. Antón cuya pieza consiguió prestada el S.B. D. Cleto Ordóñez; Ytem. Otra custodia de chispas que se está finalizando la cual tiene embutidas dos (fornuifas 2) en los medios del círculo una con once diamantes y otra con una esmeralda cuya pieza se ha costeado entre varias personas a solicitud del S. B. D. Cleto Ordoñez. Ytem. Dos Coronas imperiales de plata sobre doradas con varias piezas finas embutidas, cuyas dos piezas con la vara de S.S. José se costearon con limosnas que dieron varias personas a solicitud del S. B. D. Gabriel Muñoz.”
Imágenes de Bulto. “Ytem. Un Sr. S. José de cuerpo natural sin ropaje de madera con un Niño Jesús ambas piezas de perfecta escultura las cuales adquirió Dña. Teresa Nájera con el Regidor D. Miguel de Coronado para colocarlas en el lugar principal de la antigua Iglesia provisional de S. Pedro. Ytem. Un Crucifijo de bulto casi de cuerpo natural con su correspondiente Cruz cuya imagen corresponde a los bienes de la iglesia formal de San Pedro sin el dosel de piezas de madera que costeó José de Santa Cruz. (Este dato es importante porque se refiere al Santo Cristo del Perdón). Ytem. Una Imagen de N. S. del Rosario estofada con su manto de (Xirere 4) la cual corresponde a los bienes de la Iglesia formal de Sn. Pedro que corren de cuenta del S. B. D. …( 4) Ytem. Un S. Emigdio todo de bulto estofado cuyo Santo corresponde a la dicha iglesia formal de San Pedro. Ytem. Una Dolorosa toda de bulto estofada la cual pertenece a la Sra. Ana Monroy. Ytem. Un Niño de bulto encarnado con su resplandor de plata dorado y la túnica morada el cual (condujo 5) D. José Garoza dicha iglesia para celebrar el S. Smo. Nombre de Jesús.”
Cuadros. “Ytem. Una Imagen de N. S. del Socorro pintada en óvalo con su marco tallado y dorado y su correspondiente vidriera en piezas cuyo óvalo pertenece al S. B. D. Gabriel Muñóz. Ytem. Un cuadro apaisado de pintura de Cristo desmayado al pie de la columna con su marco liso achinado cuyo lienzo se adquirió de los bienes de la Iglesia formal de S. S. Pedro y se (perecó 5) por parte de José de Santa Cruz. Ytem. Un lienzo sin marco de medio punto de pintura de los cinco Señores de los bienes de la dicha iglesia de Sr. Sn. José arruinada.”
Piezas de Retablo. Ytem. dos primeros cuerpos de retablo tallados y dorados compuestos de once pilastrillas, Nicho, cornisa frontales y cuatro tableros de pintura de varios santos, cuyas dos piezas tienen sus tronos de tres rostros con sus vidrieras sencillas, los dos cuerpos uno corresponde a los bienes de la iglesia formal de Sn. Pedro a excepción de uno de los dos tronos que se mencionan el cual pertenece a Dn. Manuel Toscano. Ytem. las piezas talladas y doradas de que está compuesto el contorno del trono de Sr. Sn. José perteneció a los bienes de la Sta. Iglesia matriz y a los bienes de la Congregación de S. Felipe Neri; cuyas piezas adquirió prestada José de Santa Cruz con la condición de reponerlas y entregarlas cuando las necesiten las personas que las prestaron. Ytem. los frontales del altar dicho Sr. Sn. José son propios por haberlos costeado Pedro de la Cruz de unas tablas pintadas de los muebles de la casa que fue del Sr. Arana que D. Matías Manzanares facilitó. Ytem. El trono de tres piezas angosto en figura de ataúd en que se mantiene Sr. Sn. José lo costeó enteramente Pedro de Santa Cruz, en cuya atención al tiempo que algún devoto le disponga al Santo otro trono amplio y perfecto debe recoger la pieza José de Santa Cruz. Ytem. Un nicho tallado y dorado en que está en el colocado Sn. Emigdio, lo adquirió prestado José de Santa Cruz con los Hermanos del Carmen sin las piezas de los lados que pertenecen a la Escuela de Cristo. Ytem. Otro nicho tallado y dorado que no está colocado en dicha Iglesia nueva, pertenece a la Sra. Ana Monroy.”
Muebles distintos. En varios de los apartados de este inventario, se cumple fielmente el dicho de la sabiduría popular, de descocer a un santo para vestir a otro, porque muchos de los muebles, retablos e imágenes con los que inició el culto la Nueva Catedral, llegaron provenientes de otras iglesias y de personales particulares.
Incluyen “dos bancas talladas de cedro…prestadas de la iglesia de la Santa Cruz”; dos escaños grandes que “corresponden a los bienes de la Escuela de Cristo.”; “dos sillas de confesionario prestadas por parte del Seños Bachiller don. Cleto Ordoñez”; “Un armario grande de tres tramos pintado de rosado…donado por Doña Teresa de Nájera para la sacristía; dos campanillas de una cuarta de alto de metal regular, la una que sirve con los viáticos y la otra en el altar mayor las cuales fueron de la iglesia de Santa Lucía; Diez cornucopias talladas y doradas que se mantienen en el altar mayor con otras dos plateadas, pertenecen a la iglesia de Santa Cruz; un púlpito liso y llano con su pintado de rosado con un lienzo de San Pedro de medio cuerpo con su marco dorado en el respaldar, adornado de varias piezas doradas; el cual pertenece a la Iglesia de Santa Cruz;
Fueron trasladados enseres de las iglesias de la Santa Cruz, Santa Lucía, Escuela de Cristo, San Pedro y de fieles particulares como Lorenzo Montúfar, doña Teresa Nájera, Cleto Ordoñez y los ilustrísimos señores Miguel de Santa Cruz, Fernando Montesinos y don Benito Monzón. Consistió en; campanas pequeñas, macetas, faroles, cera de castilla (incluso ocho cabos grandes de velas de una libra). Juan Antonio del Castillo en calidad de Notario Eclesiástico y Vicario de Antigua Guatemala, certifica que del R. P. Cura interino de la Parroquia del Sr. San José, Fray Francisco Antonio Velasco, recibió una esquela cuyo tenor es el siguiente: después de los saludos se ocupa del Órgano. “El Órgano de Señor San José siempre que ceda con mayor utilidad de aquella iglesia, pueda hacer lo que gustase. Mandaré los petates que presumo serán para las tarimas de los Altares. Los colorados no hay providencia por ahora, y si la hará luego que el Verano próximo nos declare o la necesaria para teñir…afectísimo capellán José Miguel Agorte…”
Inventario de los bienes que pasaron a la iglesia de el Señor San José de esta Antigua Guatemala, los mismos han sido a expensas y solicitud de Lorenzo Montúfar, anotándose lo que fuere ajeno y es como sigue:” Consiste en una custodia de hechura moderna de tres cuartas partes de alto; dos copones dorados, uno mayor que otro; dos cálices de plata: un incensario con su naveta; ornamentos sacerdotales para misas corrientes y ceremonias especiales; manteles, alfombras, un Sagrario de Plata, Imagen de San José con su corona del Niño con baño de oro; un trono; una imagen que está en el remate de Ntra. Sra. de Belén; angelitos de medio relieve; un Niño Dios con sus insignias y resplandor con su túnica; un cuadro de la Imagen de Dolores; un Señor de los Azotes; un San Antonio con su retablo; un cancel de la puerta; dos escaños grandes de la Escuela de Cristo; un púlpito dorado; dos espejos azogados grandes; una campana de mano y otra grande y otros enseres menores como una escalera grande, una tarima de cedro y una silla y meda para la demanda. (Depositar la limosna).
Nos encontramos con el “Inventario de bienes y alhajas pertenecientes a la Iglesia del Señor San José de esta ciudad de Antigua Guatemala” levantado el 26 de diciembre del año 1804.
“Primeramente una custodia hechura moderna de tres cuartas de alto. Yt, un copón grande. Yt. Dos cálices de plata con su y cuchara. Tres vinajeras de plata dos grandes y una chica y su salvilla. Un par de vinajeras y salvillas de cristal. Dos cornucopias de plata. Una palmatoria. Un incensario con su naveta y cuchara de plata. Ornamentos y Ropa Blanca. Dos ternos de dalmatita, de damasco, blancas y de persiana morado.” Se lista una serie de ornamentos como casullas, albas, capaz, manteles, palio, guiones y ciriales, misales, mesas, comulgatorio, armario, un púlpito, un órgano, campanas grandes y pequeñas, pila de cobre para las bendiciones. Un Señor de los Azotes. Una Señora del Socorro. Un óvalo del tránsito del Señor San José. Un Señor de los Azotes con su marco azul. Un San Emigdio. Una imagen de Belén. Tres sillas de cuero. Dos escaños. Un Cancel. Este Inventario está firmado por Pedro Ruiz de Bustamante, cura párroco y por Juan Felipe del Castillo, Notario, que da fe de lo actuado.
Con el contenido de este Inventario, el lector fácilmente se da cuenta de la precaria situación con la que se inició el culto religioso, en los inicios de 1800, en la que fue monumental Catedral Metropolitana de Santiago de Guatemala, transformada, para entonces, en la iglesia sedc de la Parroquia del Señor San José, de la ciudad de Antigua Guatemala.