Inexplicablemente, para un Gobierno que asumió este año en medio de la cantaleta del “cambio”, nuestras autoridades dejaron pasar la oportunidad de asumir un liderazgo positivo, integrador y contundente para empezar la construcción de un nuevo orden a partir del cambio de era que los mismos descendientes de los mayas entienden como espacio para la transformación. Algunos reparan en el descuido oficial para hacer de la celebración del Baktún una fiesta mundial centrada en Guatemala, pero nosotros nos centramos más en el significado profundo de lo que puede aportar el inicio de una nueva era.
Porque estamos convencidos que así como el último Baktún, nuestro modelo también está agotado y urgido de procesos de transformación si queremos ir hacia adelante. Vivimos en una sociedad cansada en la que no pasamos de ir sobrellevando nuestras calamidades, nuestras deficiencias y hasta los vicios como la corrupción y la impunidad, sin que nadie mueva un dedo o se proponga modificar las cosas. Por ello es que un Gobierno que acaso con mentalidad demagógica arranca con la promesa de cambio, debió visualizar el potencial de este cambio de era para tomar la estafeta de profundizar un proceso de transformación que ataque de manera frontal esas deficiencias institucionales que venimos arrastrando.
Lamentablemente queda la sensación de que en medio de tanto negocio, de tanto tener que contemporizar con los grupos que se reparten el pastel del Estado, no queda tiempo para ver los asuntos con una dimensión propia de estadistas, sino que el mercantilismo que se ha adueñado de la sociedad domina también, por supuesto, el ejercicio de la política que dejó de ser un arte al servicio del bien común para convertirse en una maña al servicio de las ambiciones más desmedidas.
La esperanza, sin embargo, es que la dinámica social tenga su propio impulso y que sin la conducción ni liderazgo de las autoridades nacionales, el agotamiento del modelo evidencie la necesidad de un cambio de era que vaya tomando su propia forma. Ciertamente pareciera difícil avanzar sin liderazgos contundentes, porque acostumbrados como estamos al caudillismo, hace falta la figura del conductor de cualquier proceso, pero la experiencia social demuestra que muchas veces los movimientos más sólidos tienen origen no en la prédica mesiánica, sino en las propias necesidades más sentidas de la sociedad.
Que Guatemala necesita una nueva era es obvio y salta a la vista. Lo que no podemos saber es si el cambio producto de la nueva era será al principio del nuevo Baktún o dentro de varios siglos. Al final de cuentas eso sí que depende de todos nosotros.
Minutero:
No hubo tal profecía
como aquella que decía
que al final de este Baktún
nos venía el cataplún