Si algún éxito tuvo el gobierno de Romeo Lucas García fue el de meterle la idea a muchos guatemaltecos que el concepto de derechos humanos únicamente sirve para proteger a los delincuentes y a los izquierdistas. Cuando en tiempos de Jimmy Carter se aplicaron sanciones al país por la violación sistemática de los derechos humanos, Lucas y algunos corifeos en la prensa nacional emprendieron una campaña para mofarse del concepto, refiriéndose a los “izquierdos humanos”, restando importancia de esa forma a la críticas de Washington a la política de Estado para vulnerar las garantías individuales de los seres humanos en Guatemala.
Hoy en día son muchos aun los que están convencidos que cuando se habla de derechos humanos se está protegiendo a antisociales y así se evidencia en infinidad de comentarios que aparecen en las páginas electrónicas de los medios, en los que se acusa sistemáticamente al Procurador de los Derechos Humanos (no importa quién sea el titular) de olvidarse de la gente honrada y preocuparse por los delincuentes. Se le reclama que no haga algo por las víctimas de tanto hecho criminal que ocurre en el país porque no se pronuncia por ellos cada vez que hay un asesinato.
La preocupación por los derechos humanos es universal y constituye uno de los grandes desafíos de la humanidad. Eso significa que todos los Estados, todas las autoridades, tienen que actuar siempre en el marco del reconocimiento a los derechos elementales del ser humano y es que le compete al Estado su respeto y salvaguarda. En términos del derecho a la vida, por ejemplo, un homicidio o un asesinato perpetrado por particulares cae en el ámbito de la ley penal ordinaria y compete al Ministerio Público perseguirlo y a los tribunales sancionarlo. En el caso de una ejecución extrajudicial tiene plena competencia el Procurador de los Derechos Humanos y la misma Corte Interamericana de Derechos Humanos porque ese delito se tipifica cuando agentes del Estado dan muerte a un particular. Aunque el resultado final sea el mismo, es decir la eliminación de una vida humana, el castigo es muy distinto porque en el segundo caso además del homicidio o asesinato, se juzga y condena la violación a un derecho humano que es perpetrada por agentes del Estado.
En cuanto a los delitos comunes que diariamente enlutan a Guatemala, procede denunciar violación a los derechos humanos porque nuestro sistema de justicia promueve y alienta la impunidad. El Estado deja de cumplir con sus deberes al no castigar a los asesinos y demás delincuentes, lo cual nos viola a todos el derecho a la seguridad y la justicia.
Hablar de derechos humanos jamás debe entenderse como protección a criminales, menos a alguna tendencia política. Hablar de derechos humanos es propiciar el respeto a las garantías constitucionales y a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Minutero:
No defienden derechos humanos
sino a los izquierdos humanos,
fue el concepto luquista
que desgraciadamente se enquista