Privó la sensatez en USA


Eduardo_Villatoro

Cuando se  ha calmado el oleaje festivo, puedo escribir sosegadamente que no es como para que los latinoamericanos lancemos voces de júbilo, pero la renovación del mandato del presidente Barack Obama en Estados Unidos provoca una especie de alivio aunque sea transitorio y relativo para los que optamos por la búsqueda de la paz, la tolerancia y el respeto recíproco, ante la amenaza que representaba la candidatura del neofascista Mitt Romney y sus huestes de la ultra derecha conservadora del Partido Republicano.

Eduardo Villatoro


Eran hiperbólicamente optimistas los presagios de la prensa neoliberal norteamericana y de América Latina, incluyendo a medios de Guatemala, semanas y días antes de martes 5 de noviembre acerca del supuesto inminente  triunfo del heredero de la política belicosa y agresiva del presidente George W. Bush, que anticipándose a los acontecimientos anunció que incrementaría  en cien mil millones de dólares el gasto militar, recortando otros rubros importantes, como los servicios sociales que favorecen a los estadounidenses menos afortunados, porque la crisis recesiva de Estados Unidos ha golpeado, como suele suceder con otros fenómenos relativos a la economía y la naturaleza en cualquier país del planeta, a las minorías y clases media para abajo.

   Romney era el abanderado no sólo de los pudientes de los estratos altos, sino el candidato de los potentados, al extremo de que, como todo lector medianamente informado está enterado, se proponía disminuir los impuestos a los multimillonarios, y de ahí que no extrañó un comentario despreciativo que se filtró y que expresó en una reunión privada con acaudalados partidarios suyos, al decir que el 47% de los votantes estadounidenses (seguidores de Obama, según encuestas de esos días): “Dependen de los subsidios del Gobierno y que, por lo tanto, no  debo preocuparme por ellos”.

   Los análisis que han abundado posterior a las elecciones, coinciden que en lo que atañe a temas macroeconómicos los ataques del exaspirante presidencial republicano contra el presidente Obama por el estado anémico de la economía, era un ejercicio demagógico e hipócrita, al tomar en consideración que fue el partido político de Romney durante la Presidencia del segundo de los Bush el que dejó a Estados Unidos con el mayor desastre económico desde la Gran Depresión en la década de 1930 del siglo pasado.

   Los virulentos ataques de Romney contra el Presidente reelegido por haber puesto en marcha la llamada ley Obamacare, que ofrece servicios de salud, beneficiando especialmente a los desempleados y ancianos, alarmó a la mayoría de los norteamericanos de las clases medias y populares, incluyendo, por supuesto, a los latinos y negros, además de blancos ubicados en bajos y medianos escalafones de la sociedad estadounidense.

   La estrategia de Obama se basó en ganar el electorado que su adversario republicano desdeñó, desde los ciudadanos de origen hispano hasta las mujeres blancas menores de 50 años, los hombres jóvenes arios y, por supuesto, a la gente de color que masivamente se inclinó por la reelección del líder demócrata.

   Respecto a las relaciones de Estados Unidos con América Latina no se vislumbran cambios espectaculares, pero, por lo menos, se espera que durante el segundo período de Obama, ya sin la carga que significaba la búsqueda de otro mandato, no estará sujeto a las presiones de las derechistas republicanos fervorosamente inclinados a expulsar de Estados Unidos a los indocumentados latinoamericanos y que con Romney hubiesen intensificado sus influencias.

   Afortunadamente privó la sensatez en la mayoría de los norteamericanos y el candidato de la derecha radical fue derrotado estrepitosamente.

    (La liberal patrona del inmigrante Romualdo Tishudo le dice al ginecólogo que consulta en Washington: -Doctor, cuando era soltera tuve cinco abortos y ahora que estoy casada con un republicano no quedo embarazada. El galeno replica: -Evidentemente usted no se reproduce en cautiverio).