Proporcionando respuestas a las preguntas que fueron planteadas en el artículo anterior acerca de la depresión y el uso de antidepresivos: ¿Crean dependencia? ¿Por cuánto tiempo ha de prescribirse este tratamiento? ¿Se pueden descontinuar de manera inmediata? ¿Aumentan el riesgo suicida?, se hace las siguientes reflexiones.
Se ha expuesto que la depresión es una enfermedad. La cual se trata con psicoterapia aunada a tratamiento farmacológico, se incluye en este a los antidepresivos, hipnóticos, ansiolíticos, estabilizadores del ánimo y aún los anti psicóticos dependiendo de cada caso. Sin embargo, los antidepresivos son los medicamentos más reconocidos en el manejo de los trastornos afectivos, en específico en las depresiones unipolares.
Los antidepresivos no son sustancias adictivas y no crean dependencia. Sin embargo, es necesario en el uso de la mayoría de estos su retiro progresivo porque algunos de ellos pueden presentar el síndrome de descontinuación que consiste en: síntomas que no se deben a una recaída de un cuadro depresivo, ya que los síntomas de recaída suelen suceder en la tercera a cuarta semana sin el medicamento, en general los antidepresivos de vida media más corta son los que más proclives están a producirlo.
Los síntomas de la descontinuación inician de manera rápida tras la omisión del fármaco. Un 20% de personas, de manera aproximada, que dejan de tomar de forma brusca el medicamento refieren que durante unos días han presentado dolor de cabeza, mareo, ansiedad, sofocaciones, náuseas, hormigueo de una pierna y diarrea. Normalmente este síndrome desaparece de tres a cuatro días, aunque en algunos casos se ha referido su prolongación durante una o dos semanas.
Los antidepresivos se prescriben en un primer episodio depresivo de seis meses a un año, dependiendo la severidad del cuadro. Esto con el fin de prevenir recaídas, no es recomendable omitirlo con tan solo la remisión de síntomas depresivos.
Un segundo episodio depresivo necesitará más tiempo de medicación se ha considerado su uso por dos años. Pero cuando la depresión es reincidente se utiliza de por vida. Esto último es parecido al tratamiento de enfermedades crónicas como la hipertensión arterial y la diabetes, en las cuales, su tratamiento puede variar, pero se sostiene a lo largo de la vida de la persona.
Respecto a si aumentan o no el riesgo suicida. Hemos de considerar que la depresión, per se, conlleva a este riesgo y que para la evaluación del riesgo suicida no se podrá solamente considerar el uso o no uso del antidepresivo. Se ha descrito que en el tratamiento antidepresivo primero se fortalece la energía vital, antes de cambiar el panorama lúgubre del pensamiento que acompaña a la ideación suicida. Por lo que una persona con un grado depresivo de serio miramiento pudo considerar su ideación suicida, pero, no había tenido la fuerza necesaria para poder realizarla. Así que es por ello que la persona en depresión ha de ser monitorizada y de manera indudable quien ha persistido con ideas suicidas. Describiéndose un énfasis durante la niñez y la adolescencia.
La depresión también es una enfermedad acompañante, el alcoholismo, la drogadicción, diabetes, artritis, asma, angina de pecho, entre otras enfermedades crónicas. La persistencia de la depresión limita también la recuperación de las personas en las otras patologías.
Se ha expuesto que la depresión es un problema importante de salud pública mundial debido a su prevalencia relativamente alta a lo largo de la vida así como a la importante discapacidad que causa.