“Están desnaturalizando la violencia contra ellas”


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En el marco del Día de la No Violencia contra la Mujer –el 25 de noviembre–, Leonor Calderón, representante en Guatemala del Fondo de Población de las Naciones Unidas, expone su visión sobre este flagelo que, aun cuando está culturalmente arraigado y es socialmente aceptado, puede ser erradicado con educación, prevención y justicia.

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POR JAVIER ESTRADA TOBAR
jestrada@lahora.com.gt

¿Qué es la violencia contra la mujer y cómo se manifiesta en Guatemala?
La violencia contra la mujer es una de las expresiones más claras y aberrantes de las violaciones a los derechos humanos. Se da por las condiciones de subsidiariedad, sometimiento y exclusión, que lamentablemente aún conservan las mujeres en Guatemala. En el país, la violencia contra la mujer se manifiesta en casi todas sus formas. La más brutal es el asesinato, conocido específicamente como femicidio, pero aun cuando una piensa que no hay nada peor que eso, en Guatemala éstas muertes se observan de una forma extremadamente violenta. Por ejemplo, podemos contabilizar a 11 mujeres desmembradas en lo que va de este año, y no es que las maten solo con el objetivo de “matar”, sino que los hechos ocurren con saña.

¿Cómo se reconoce este fenómeno en la sociedad?
La conceptualización de la palabra femicidio nos lleva a un análisis mucho más profundo. Años atrás no hablábamos de femicidio, y generalizábamos con los términos “asesinato” y “homicidio” sin importar el género de la persona que era asesinada. Esta caracterización, que implicó buscar el término especial de “femicidio”, se utiliza cuando una mujer pierde la vida por razones que tienen que ver directamente con su condición propia de mujer, que ocurre en la mayoría de asesinatos de mujeres. Por ejemplo, cuando nosotros vemos casos de mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas nos damos cuenta que opera esa sensación de posesión. «Si no estás conmigo, no estás con nadie, porque eres algo que me pertenece»; «No te perdono que me hayas abandonado y no te perdono que tomes una decisión en tu vida». Esos son algunos ejemplos de cómo se entiende la violencia contra la mujer desde la perspectiva del agresor.

¿Y qué pasa con las agresiones que no salen a luz pública?
Hay otras formas menos evidentes de violencia contra la mujer. La violencia psicológica la sufren muchas mujeres de una forma silenciosa y poco evidente; la violencia económica o patrimonial, cuando las mujeres no tienen la posibilidad de disponer de los recursos que ellas mismas ganan, y la violencia social, que la vemos todos los días, en los medios de comunicación, en la cotidianidad.

¿Qué opina sobre el avance en la lucha contra el femicidio?
La Comisionada contra el Femicidio reporta una disminución en el número de muertes de mujeres –75 menos hasta el 35 de octubre–. Es una disminución –aunque yo creo que es importante–, todavía es muy alta, son 532. Todavía nos falta un mes y medio.

Se registran más muertes de hombres por violencia, que de mujeres. ¿Por qué la atención se concentra en las últimas?
Cuando se analizan los asesinatos de mujeres, te das cuenta que lo que está operando es su propia condición de ser mujer, su falta de empoderamiento, su falta de capacidad para tomar decisiones, su sometimiento a la voluntad de otra persona para poder decidir sobre su vida. Hay un tema que es completamente distinto. No creo que las mujeres no estén involucradas en hechos violentos o que las mujeres no sean capaces de delinquir, pero sí lo hacen mucho menos que los hombres; hablo de un proceso de educación y de la cultura en la formación diferenciada entre hombres y mujeres.

¿Cree que la sociedad tiene acceso a información fiable sobre la violencia contra la mujer y la vulneración de sus derechos?
Con mucha frecuencia nosotros estamos viendo en los medios cómo se resalta con cierto morbo cuando detienen a mujeres involucradas, por ejemplo, en extorsiones, que están aumentando muchísimo; o cuando detienen a mujeres que han cometido algunos delitos. O cuando de repente se encuentra una mujer asesinada, que algún medio lo denuncia, y acto seguido se lee «presuntamente estaba involucrada con una mara». Es decir, se denuncia el hecho, pero se le culpabiliza. Si uno analiza la situación de las mujeres privadas de libertad por asesinato, en una gran mayoría de los casos tienen una historia de violencia antes de la comisión del hecho. Incluso, en los casos de las mujeres involucradas en extorsiones, muchas veces que quienes manejan los procesos son sus compañeros, maridos, novios; hay siempre una manipulación. No sería correcto eximir de culpa, pero hay que ver el contexto completo del sometimiento, de la falta de capacidad, de autonomía y de manipulación de parte de sus familias.

¿Cuál es la estrategia que debemos seguir para evitar más muertes de mujeres?
Este tema es tan antiguo como la humanidad misma. La violencia contra la mujer ha existido siempre. Ahora vemos un incremento de denuncias y la visibilización del problema, lo cual me parece tremendamente positivo. Eso quiere decir que las mujeres, primero, están desnaturalizando la violencia contra ellas, se están percatando que es algo que no les tiene que ocurrir, y segundo, están teniendo conocimiento de la existencia de leyes que las protegen y están teniendo más confianza en las instituciones de justicia. Eso es algo positivo. ¿Qué se debe hacer para disminuir la violencia contra la mujer? La campaña del Secretario General de la ONU se va a basar en la prevención, que se refleja con la frase «Ni una víctima más». Está bien que disminuya la impunidad y mejoren las leyes, pero ya no tenemos que pasar por la violencia. Queremos que ya no haya más mujeres de violencia, sobre todo en sus formas más brutales. Para esto, uno de los elementos fundamentales es el empoderamiento de la mujer. La mujer que se sabe un ser humano, sujeto de derechos, que sabe que tiene autonomía y capacidad para decidir sobre su vida muy difícilmente –no es que sea imposible- va a ser víctima de la violencia. Va a tener más herramientas propias y autónomas para defenderse, reconocer cuando está en una situación de riesgo y acusar a su agresor. Hay que continuar con el avance del acceso de la mujer a la educación, en todos los niveles.

“Cuando analizas los asesinatos de mujeres, te das cuenta que lo que está operando es su propia condición de ser mujer”.