Bajo el fuego de las críticas, el presidente estadounidense George W. Bush dio un giro en su enfoque sobre el problema climático con una nueva iniciativa, pero el Congreso y los grupos ecologistas ven en ello palabras vacías más que un repentino respeto por el medioambiente.
«Esperamos que esta iniciativa marque el cambio de una posición insostenible sobre el calentamiento climático y no una operación de relaciones públicas para apaciguar las críticas antes del G8», declaró el viernes Harry Reid, el líder de la mayoría demócrata en el Senado.
Bush «cambia de tema, pero no de política, son las mismas viejas ideas recicladas», señaló a su vez la presidente de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, admitiendo su «profunda decepción».
El mandatario propuso el jueves una nueva ronda de negociaciones con las principales economías mundiales para fijar de aquí a fines de 2008 un objetivo mundial a largo plazo de reducción de gases de efecto invernadero y de lucha contra el calentamiento climático.
Pese a que Estados Unidos produce un cuarto de las emisiones de gas de efecto invernadero responsables del calentamiento climático, su presidente ha rechazado hasta ahora ratificar el protocolo de Kyoto.
Desde su llegada a la Casa Blanca, Bush se ha mostrado poco sensible a los problemas del medioambiente. Por primera vez mencionó el calentamiento climático en su discurso sobre el estado de la Unión hace apenas unos meses, en enero pasado.
«Es un cambio bienvenido», dijo Susan Lozier, profesora de la Duke University. La iniciativa de Bush «está sin duda motivada por el próximo G8, pero es de todos modos un punto de partida para discusiones», añadió.
Por su parte, recién desembarcada de una gira legislativa para estudiar los cambios climáticos en Groenlandia, y que la llevó asimismo a Alemania, Bélgica y Gran Bretaña, Pelosi lamentó «la debilidad de la iniciativa» del mandatario.
«Eso nos lleva a preguntarnos si él entiende la urgencia del calentamiento climático, porque eso no se traduce en sugerencias serias», añadió.
Por contraste Pelosi señaló en una conferencia de prensa el «sentimiento de urgencia» manifestado sobre este problema por los líderes europeos, entre ellos la canciller alemana íngela Merkel, que presidirá la cumbre del G8.
Durante «seis largos años», el gobierno de Bush «ha practicado la política del avestruz», y ha «suprimido las pruebas científicas, hecho callar a los científicos, minado los esfuerzos internacionales para hallar soluciones y demorado la aplicación de una estrategia para proteger los intereses nacionales», lamentó a su vez Harry Reid.
Los ecologistas estadounidenses sostienen que la iniciativa de Bush está vacía de sentido si no suscribe obligaciones de reducción de emisiones, mientras que uno de los responsables del gobierno para el medioambiente, Jim Connaughton, se refirió a «la aspiración» a reducir esas emisiones.
«Esta grandiosa iniciativa es simplemente una maniobra para desviar la atención sobre el hecho de que la administración Bush rechaza las propuestas concretas de nuestros más cercanos aliados en vísperas de la cumbre del G8», señaló la organización ecologista League of Conservation Voters.
Phil Clapp, presidente de la organización National Environmental Trust estima por su parte que «la realidad es que todo el mundo sabe que a la administración Bush no le quedan más de dieciocho meses» antes de las próximas elecciones.
«Lo que Europa y Canadá y el resto del G8 tratan de hacer es encaminar las negociaciones que se concluirán» con el sucesor de Bush, afirmó.