Asturias, Monterroso, Flavio Herrera, Monteforte, Méndez de la Vega, Margarita Carrera, y otros gentilicios conforman nuestro parnaso nacional de escritores, si no leídos por lo menos oídos y es que en realidad son el rostro visible de la literatura guatemalteca y no olvidamos aquí a los escritores criollistas ni tampoco a nuestros grandes poetas reconocidos con más fervor en el extranjero que en la tierra que los vio nacer y algunos hasta morir ya sea por las bondades de Caronte o por la cobarde mano que segó tantas vidas en una época de fuerte conflicto social.
Toda cultura literaria tiene sus ovejas negras, sus subcultura y porque no decirlo su contracultura. Aquello que viola lo establecido, los cánones y que desafía los patrones occidentalizados de la estética.
La literatura hispanoamericana no escapa de ellos y Guatemala tampoco tenemos nuestra cultura políticamente incorrecta nuestras letras libres y nuestra literatura que no se vende en las pocas librerías existentes en el país y no se leen en las escuelas como lectura sugerida mucho menos obligatoria más bien recorre en ediciones artesanales los bares bohemios de la urbe, no paga impuestos ni tiene derechos de autor o copy right.
Literatura libre y maldita en sí misma. Se dan los grades dilemas del arte lo que es arte y lo que no, lo que es literatura o simple palabrería impresa llena de improperios y absurdos.
Surge pues una generación de escritores jóvenes que retan lo establecido y consagrado que escriben sobre lo cotidiano, sobre lo que no nos gusta leer por que lo vivimos a diario y claro porque pagar por leer aquello que experimentamos en nuestra más concreta existencia. Literatura de lo cotidiano de la inmundicia de una ciudad que no descansa, literatura que va desde la maldita cola del seguro social (Payeras) hasta la lesbica relación de un par de labios (Echeverría)
Escritores como Javier Payeras y Maurice Echeverría surgen de un mundo urbano y vivencial que más que la creación literaria es la trascripción literaria de la realidad objetiva a las páginas que alguien en su soledad leerá. Sorprende su falta de convencionalismo y la capacidad de imprimir en el papel sentimientos tan complejos que no es de extrañar han alarmado a algunos pocos lectores, eruditos, críticos literarios que no han escrito nada y otros individuos de tan acostumbrada doble moral.
Se suman otros escritores no menos importantes pero si menos conocidos, Simón Pedrosa, Adelaida Luokota, Sonia Mazariegos Rojas por mencionar algunos, que aparecen en ediciones artesanales y auto piratas que se han distribuido en los lugares menos conocidos del centro histórico. Así han pasado inadvertidos por nuestra historia grandes como íngeles Ruano escritora que vende lapiceros y rasuradotas por toda la ciudad.
Tenemos nuestro Bukowski Manuel Guerrero adicto al elíxir del corazón de las botellas y creador de los más bellos versos y su santo patrono Roberto Monzón,
Artistas de Post Guerra, Del desencanto, Bizarros, Beatnicks, calificativos abundan, pero si bien es cierto su trasgresión es fresca, y desahoga . Es una trasgresión oportuna y certera libre de tapujos y de prejuicios que escandalizan.
Fabricantes del escándalo cultural se suman al lado alternativo de la cultura en épocas en que Dan Brow es un Guru y Coelho un abnegado filósofo se publican a sí mismos o con alguna beca obtenida. Si bien es cierto su arte literario cumple una función desconstructiva e inmoralizadora. Pues como diría Tolstoi ¿Qué es pues el arte? ¿Cuál es su función? ¿Entretener a las masas? ¿Proveerle nuevos dioses? O simplemente reinventarse a partir de la creación artística.
Quizás lo sepa el lector aquel que se atreve a leer aquello que le hiere que cuestiona sus valores o que simplemente llama su atención. Aquel que ve en la otra literatura su propia realidad o la del otro más cercano. En fin los libros son como el vino se toma y se lee lo que a uno le guste no lo que los expertos literatos nos indiquen.
Libros y autores hay para todos, pero la otra literatura guatemalteca es para pocos que dirá pues el amable lector ¿Se atreve? Y de pronto descubra que usted es el personaje principal en casi todos los libros y a lo mejor hasta puede ser el autor, o mejor aun se dé cuente que desde hace algún tiempo alguien ha estado hurgando en su vida, y por que no plajeando lo que usted alguna vez pensó en escribir