Antes del terremoto que el pasado 7 de noviembre sacudió buena parte del sur occidente de Guatemala dejando una estela de muerte y destrucción, la imagen del gobierno del presidente Otto Pérez Molina se estaba derrumbando de manera impresionante.
En la edición número 16 de la Revista Análisis de la Realidad Nacional de la Universidad de San Carlos, figura un artículo titulado: “Alaska o el invierno de Otto Pérez”, en el cual resalta que la masacre de los campesinos de Totonicapán fue uno de los acontecimientos que mayores saldos negativos ha dejado para el régimen ultraconservador del Partido Patriota.
Dicho enfoque puntualiza que, como consecuencia de esa crisis el gobierno resultó como perdedor neto, por varias razones, entre ellas su propio mal manejo de comunicación, demeritando además del Presidente a sus tres Ministros del Gabinete de Seguridad: Gobernación, Defensa y Relaciones Exteriores, quienes quedaron en franca debilidad.
Además, uno de los pilares de la política de “orden social” de la actual administración, aparte del control criminal, está temporalmente fundido.
El análisis concluye que la ventisca política que desató la masacre de Alaska podría convertirse en un duro invierno para el régimen de Pérez Molina obligándole a revisar varias de sus iniciativas en marcha como la reforma constitucional, el pobre desarrollo de los programas sociales y la tendencia a favorecer la explotación de los recursos naturales por parte del capital extranjero, que en el fondo encubre el carácter destructivo del modelo neoliberal.
La falta de tacto para enfrentar las protestas populares con medidas violentas contra diversos grupos sociales, evidenció un “endurecimiento” del régimen restringiendo espacios a la democracia, además de privilegiar la salida represiva.
Pero sin duda, la tremenda conmoción del terremoto y sus devastadores efectos en ocho departamentos que ahora se encuentran bajo el estado de Calamidad, salvó al gobierno deteniendo la precipitada caída de su imagen.
Al ponerse al frente de las tareas de auxilio a las víctimas y de los programas de reconstrucción, el presidente Pérez Molina ha tratado de recuperar el terreno perdido. A ello se suma su oportuna petición al Presidente de Estados Unidos, a efecto de detener las deportaciones de los guatemaltecos que se encuentran en ese país del norte, y a la vez otorgarles el status de protección temporal conocido como TPS, especialmente porque muchos de ellos son oriundos de las regiones castigadas por el terremoto.
En ese contexto, también resalta la sabia decisión del gobernante de suspender sus viajes al extranjero, entre ellos a España e Italia, causando buena impresión entre el pueblo.