El terremoto en el que murieron 52 de los nuestros, mismo que causó destrucción y la pérdida de lo que muchas personas habían logrado toda una vida, se vino a sumar al histórico listado de problemas que hemos tenido en Guatemala y que muchos de ellos se encuentran agravados por el sistema del que somos parte y el que es secuestrado desde el financiamiento de las campañas políticas.
pmarroquin@lahora.com.gt
Un desastre natural vuelve a pegar de forma dura a lo más necesitados que quedan condenados a perderlo todo porque al no contar con seguro ni ahorros, serán víctimas de algunos largos que se encargarán de la “reconstrucción”, la cual será fuente de negocios para los compadres de quienes ostentan el poder, tal y como ha pasado con el Mitch, Stan y Agatha, pero será motivo de miseria eterna para aquellos que quedan a la espera de la ayuda.
La tan cacareada seguridad que nos ofreció el Gobierno se quedó en una de las tantas miles promesas de campaña, dado que seguimos siendo testigos de muchos asesinatos, descuartizamientos, robos de celulares, asaltos a buses, secuestros, etc. y el Ejecutivo se aferra en decir que la seguridad ha mejorado, pero los números y las percepciones no los acompañan.
El tema de la transparencia es ausente en un Gobierno que en tiempo electoral cerró alianzas peligrosas para ganar y al que no le ha importado pintarse de cuerpo entero para satisfacer los acuerdos alcanzados en campaña y ya en el poder. Al inmoral tema del puerto ahora se le suma el vergonzoso deseo de querer pagar en secreto una deuda ilegal de obras que cada cual tiene su cuota de corrupción. Además, que cualquier funcionario raso está haciendo mucho dinero en las narices de la “mano dura”, ¿imagine cómo se estarán armando los poderosos?
El Congreso cumplió con las predicciones y se ha puesto peor de lo que era y la gran mayoría, se mueven si hay dinero, obras, negocios e influencias en juego, pues de lo contrario, tienen la tranquilidad que este pueblo todo lo aguanta y no cesarán en su lucha por procurar que la ley contra la corrupción sea inútil, aprovechando la cooptación que grupos afines a ellos tienen en tribunales.
El Gobierno, pasada la fiebre del terremoto, se volverá a enfrascar en unas reformas nefastas a la Constitución, las que según ellos, atacan la falta de transparencia, modifican la podredumbre judicial y limitan al Congreso, cuando en realidad hacen todo lo contrario porque no le entran al fondo del tema de la contraloría y fideicomisos, pretenden pasar la justicia a otros grupo de mafiosos y ni visto ni oído el tema del financiamiento de las campañas políticas, todos temas que se pueden manejar con leyes ordinarias.
Estamos desbordados por una conflictividad social como consecuencia que no hemos sido capaces de atender, con compromiso de todas las partes, las grandes necesidades de la gente y por el contrario, nos hemos dedicado a la polarización y exacerbación de los ánimos.
Reclamamos que nos traten bien a nuestros migrantes, pero nada hacemos para intentar que las oportunidades para ellos se generen aquí en nuestra Guatemala, porque somos incapaces de lograr propuestas coherentes que nos permitan dar la cara por ellos.
En fin, así pudiéramos seguir sentados, relatando y deprimiéndonos, pero lo más importante es hacer ver que aquí no tenemos idea de lo que es la primavera árabe dado que nadie se inmuta, la mayoría no dice nada, los que protestan no se comprometen, los que critican las protestas solo buscan recuperar lo invertido en campaña, mientras el grueso de la población sufre y espera sentados en la banca como si gozáramos lo que estamos viendo.
Guatemala, su gobierno y su gente juegan con fuego, pero aquí todo parte sin novedad, porque ya vendrá algo más que nos entretenga y nos vuelva a distraer.
Pero el país, se sigue hundiendo sin que cambiemos para detenerlo.