Muchos dictadores han desaparecido, pero muchos están surgiendo


marco-tulio

La negra historia mundial nos dice que muchos dictadores y tiranos que escalaron el poder por las buenas o por las malas en lejanas y cercanas épocas han caído de sus pedestales en acciones de armas de ambiciosos subalternos o tras levantamientos de los pueblos que, enarbolando hermosas banderas, demandaban cambios de gobierno aceptables entre las mayorías de los gobernados.

Marco Tulio Trejo Paiz


En nuestra América, en Europa, en Asia  y, realmente en todos los países del mundo, han empuñado las riendas del poder los fieros “ombres” (así, sin h) y…  ¡todo brote de descontento de rebeldía es ahogado sangrientamente por la fuerza bruta: torturas, asesinatos, etcétera!
 Sería prolijo y atediante hacer desfilar aquí a tantos feroces dictadores. Sólo mencionaremos a algunos de esos semidioses ensoberbecidos y desalmados. En Guatemala: Rufino Barrios, Manuel Estrada Cabrera, Jorge Ubico, Federico Ponce Vaides. En El Salvador: Maximiliano Hernández Martínez. En Honduras: Tiburcio Carías Andino. En Nicaragua: Anastasio Somoza y Daniel Ortega. En la República  Dominicana: Rafael  Leonidas Trujillo. En Cuba: Fulgencio Batista y Fidel Castro. En Venezuela: Hugo Chávez Frías. En Chile: Augusto Pinochet. En Bolivia: Evo Morales. En España: Francisco Franco. En Alemania: Adolfo Hitler. En Rusia: José Stalin.  Otros en Corea del Norte y en varios  países de África y del Oriente Medio.

Se ha visto, pues, proliferar  las brutales dictaduras en todos los tiempos y en todos los continentes.  Han brotado como los zompopos de mayo al caer los aguaceros…

Y cuando no hay escollos constitucionales respecto de la reelección por un segundo o más períodos, como ocurre al presente en las alegres danzas de la politiquería, los dictadores pueden disfrutar del poder a sabor y antojo en forma vitalicia. ¡Y que brinque y relinche quienquiera!…

El personaje que está arrellanado en un solio presidencial, si ambiciona seguir adelante “sacrificándose” en el macho, pues… ¡le será muy fácil, facilito, competir con otro u otros aspirantes al guayabal!… Al fin y al cabo tiene buena ventaja. Dispone de abiertas arcas nacionales, de toda una maquinaria aplastante ¡sin “caer muerto” ni con un centavo de sus bolsillos! Y, además, ha tenido buen cuidado de aceitar la maquinaria política, sobre todo cuando ha infundido miedo de mandar a freír patatas a los funcionarios sospechosos de no estar en el aro oficial… Incluso puede disfrazar de civiles, “aptos para votar”, a oficiales y soldados del ejército y a la chontada… Es más:  puede arreglárselas para falsificar documentos.

Mientras tanto, los pobres ciudadanos que ambicionan triunfar en las urnas para sentarse en el mullido y codiciado taburete presidencial, andan tocando de puerta en puerta mendigando los dólares para costear sus campañas, y es así como tienen,  cual ilusos, la esperanza de sacar algún chorrito de votos para satisfacer su vanidad de haber sido candidatos a escalar la cima de gobierno o para conseguir jugosas chambas…

Abundan los ejemplos en cuanto a lo que acontece cuando X personaje que está montado en el potro y quiere continuar cabalgando otro u otros períodos más, pero al extendernos mencionándolos uno a uno nos expondríamos a la suposición de que estamos aludiendo a cualquier ambicioso a la eterna  mamandurria y, entonces, preferimos quedarnos en un recodo del camino…

Pensamos que los dictadores de marras que han hecho de las suyas y de las de Mefistófeles contra los pueblos subyugados, que cierta gente malpensada nos estaría brindando prejuicios, como es “su” costumbre…  Y es que… el tema es tan espinoso, tan punzante, como la corona que los verdugos romanos colocaron a Jesucristo ya para ser crucificado en la fatídica montaña denominada Gólgota o Calvario, cerca de Jerusalén.