Con «Nombre de perro» Elmer Mendoza retoma a su detective Edgar «El Zurdo» Mendieta, un policía que camina en la línea que divide a buenos y malos en Culiacán, Sinaloa, una ciudad bajo el ojo del narco.
Continuar con el personaje que presentó en «Balas de plata» y retomó en «La prueba del ácido» fue todo un reto para el escritor.
«Podía seguir dos rutas: continuar el endurecimiento del personaje, hacerlo mucho más ‘dark’ (oscuro), o suavizarlo, y opté por suavizarlo con el recurso de la presencia de Jason (Mendieta). La paternidad como quiera que sea hace a todos los seres humanos reconsiderar algunos asuntos de la vida, pero de que me costó, me costó», dijo Mendoza el martes en una entrevista con The Associated Press.
En su nueva novela, El Zurdo descubre que tiene un hijo de 18 años que vive en Los Ángeles y que la madre del chico lo está buscando para pedirle ayuda. Aunque nunca han estado juntos, Jason conoce bastante bien a su padre y quiere ser detective como él, por lo que empieza a acompañarlo en sus casos, entre los que destaca la investigación de la muerte violenta de varios dentistas.
El autor reconoció que su relación con los dentistas es de «odio amor».
«No dejo de pensar que practican un alto grado de crueldad. Sé que son agradables, el mío es súper agradable, pero siempre es el dolor que sientes, la imposibilidad de hablar, a veces tienes dificultades para respirar y luego puedes tener cuatro manos en tu boca, la de él y la del asistente. Se me hace tremendo, siempre sufro mucho», relató.
La idea de mezclar a los dentistas con la delincuencia organizada surgió de una historia que le contaron en el consultorio dental.
«Tenía un dentista al que un día le dijeron que iba a ir un mafioso y él supo que no podía decir que no. El mafioso iba a ir por la noche y enviaron a un tipo para que estuviera ahí mientras esperaba, un pistolero. Se fue su asistente, se fue su secretaria y él se quedó esperando. Él me dijo que era un hombre muy miedoso y que pasó una angustia tremenda desde la tarde en que lo obligaron a quedarse… pasaron las horas y el tipo nunca llegó», dijo Mendoza.
Uno de los aspectos recurrentes en las historias de El Zurdo son las referencias a canciones pop de artistas muy variados, aunque en el caso de «Nombre de perro», publicada por Tusquets Editores a finales de octubre, afirma haberlo hecho de una manera más consciente.
«Intento enriquecer las sensaciones que podría crear en el lector con una canción. Siempre utilizo canciones que son muy conocidas y que no tienen que escucharlas sino recordarlas, porque es otra dinámica… En este caso no, se trata de recordar y de atar ese recuerdo a la novela», explicó.
Los temas van desde «All out of Love» de Air Supply hasta «Me voy» de Julieta Venegas, pasando por otras canciones que están sonando, la música del momento: Mendoza comenzó a escribir la novela en 2010 y la terminó en 2012, oyendo a Adele.
«Adele es muy buena cantante, es una cantante que todo lo hace con su voz, no necesita su cuerpo ni su sex appeal, admiro mucho a las mujeres que usan los atributos que las hacen diferentes más que su cuerpo. Adele siempre que la he oído cantar me llena», dijo.
La novela termina con «Qué suerte la mía» de José Alfredo Jiménez.
«José Alfredo me gusta mucho, es parte de mi formación y de ejercer mi mexicanidad», dijo Mendoza. «En lo profundo siempre acudimos a nuestra música, sobre todo con lo que tiene que ver con la tristeza».
Como buena novela policiaca, a «Nombre de perro» no le podía faltar una mujer fatal, o varias.
«Creo que en el caso de mis novelas tienen que ser un carácter, padecer alguna neurosis y ser inteligentes. Entiendo que mis maestros las ponían como un cuerpo, rubias, hermosas, pero creo que en la actualidad hay una evolución de la mujer y tiene que ser parte del registro».
Por azares del destino Mendieta termina resolviendo un caso para la jefa del Cartel del Pacífico, lo que hace que la división entre policías y ladrones sea turbia en la novela, algo común para los lectores mexicanos.
«Creo que hay un absurdo en la vida de los mexicanos, todos sabemos que nos mienten y hablamos de que nos mienten pero como si no nos afectara. Que hay tantos muertos por el problema de la inseguridad, y notros, ¡ay! como si no ocurriera nada… Ese absurdo creo que también es una de las bases de esta novela, de pronto se aparecen, se cruzan (entre bandos) y se pasan de un lado a otro».