Recientemente encontré un artículo que habla sobre el sufrimiento en los animales. Como si fuera una cosa de Perogrullo, dice el texto que estos sufren también como cualquier otro ser con sensibilidad. Pero no se vaya a creer que tanta obviedad siempre estuvo a la vista de todos, hace muy pocos años casi nadie se espantaba del maltrato animal, parecíamos pitecántropos en relación a nuestra conducta con, por ejemplo, las mascotas.
Hoy todo ha cambiado y existe toda una filosofía respecto al buen trato que les debemos. Peter Singer, con su obra “Animal Liberation” y Tom Reagan, con su “The Case for Animal Rights” son dos de esos exponentes que han construido pensamiento alrededor de eso que hoy llaman “derechos animales”. Esto ha influido poco a poco para que los humanos seamos más humanos y consideremos nuestra relación con los seres vivientes.
Un caso de sensibilidad reciente lo constituye el caso de los franceses. Las notas de prensa señalan que el 68% de ellos están dispuestos a pagar más caro los productos obtenidos que respeten el ambiente y el bienestar animal. La información se deriva, en muchas ocasiones, por el escándalo francés por la castración de los cerdos.
Los números son tan abrumadores como dolorosos. Cerca de 100 millones de puercos al año son sometidos pocos días después de su nacimiento a una ablación de testículos sin anestesia, en vivo, en directo y a todo color. ¿Con qué propósito? Hacer del cerdo un animal con más grasa, con más docilidad, pero sobre todo con menos olor (al parecer cuando no se practica la castración, el olor fuerte aparece incluso en los platos servidos en la mesa).
Hay alternativas a tanto sufrimiento: la aplicación de analgésicos. Pero esta es considerada todavía una solución intermedia. El camino a seguir es el de eliminar la práctica y buscar opciones para que el olor macho de los cerdos desaparezca. Los ingleses lo han entendido y llevan (así dicen) casi treinta años sin practicar la emasculación. En los Países Bajos y Alemania se han comprometido a parar la castración porcina de aquí al 2015. Los españoles todavía van rezagados en el tema.
El nuevo paradigma a practicar en el trato a los animales es el de refundar una nueva moral que permita situarlos en una relación de respeto. De hecho, Singer desde 1975 defiende una moral común (no diferente entre las especies). Lo que quiere decir que si se exige como precepto universal no hacer daño a otro ser humano, lo mismo es transferible y aplicable a otras especies.
El libro “What Animals Want: Expertise and Advocacy in Laboratory Animal Welfare Policy”, escrito por Larry Carbone, dice que Singer defiende igual consideración de intereses: “si un perro y un niño tienen similares intereses en evitar el dolor, entonces tenemos similar obligación en evitarles las causas que lo producen”. Todo lo cual indica, como ya dije arriba, una nueva manera de considerar nuestra relación con el mundo animal.