Alarmante ola de violencia adereza proceso electoral


Los í­ndices de violencia mantienen en vilo a los guatemaltecos y según el vicepresidente de la República, Eduardo Stein, su recrudecimiento se debe a una acción deliberada, supuestamente por grupos de poder que buscan desesperadamente inducir el voto a favor de una de las organizaciones polí­ticas que no está dispuesta a quedar fuera de la disputa del poder en la segunda vuelta electoral, prevista para el 28 de octubre.


Por supuesto que el vicegobernante no señaló con nombre y apellido a quiénes estarí­an detrás de este siniestro plan, que desde su óptica es ejecutado con precisa sincronización suiza, cuando otros sectores atribuyen el repunte de la violencia al derecho de piso que las nuevas autoridades del Ministerio de Gobernación están pagando, dada la complejidad del manejo de esta cartera cooptada aún por el crimen organizado.

En este contexto, el proceso electoral está en marcha, matizado por el poco entusiasmo de la población, tal como lo demuestra la reciente medición que reflejó que más del 42% del electorado está indeciso, que de continuar esta campaña carente de propuestas de gobierno serí­as y responsables podrí­a aumentar y convertirse en los tres meses restantes en la tendencia del abstencionismo para estas elecciones generales.

Dentro del espectro polí­tico, no se ha producido ninguna variante que estimule el estado aní­mico del electorado. La derecha se consolida en los binomios presidenciales, tal como quedó evidenciado con la incorporación del empresario Luis Fernando Montenegro al binomio presidencial de Encuentro por Guatemala y Winaq.

La incorporación del publicista Oscar Rodolfo Castañeda, como compañero de fórmula del presidenciable Francisco Arredondo, del PAN, atiza el conflicto familiar entre la familia Gutiérrez y que se convierta en tema de campaña. Vale la pena recordar que ambas organizaciones polí­ticas en los procesos electorales de 1995 y 1999 gozaban del beneplácito y por supuesto del apoyo económico del sector privado organizado, que ahora ha emigrado a los partidos polí­ticos que ocupan los primeros puestos en las encuestas.