Próximo presidente de China conoce la vida rural


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El próximo gobernante de China vivió una gran parte de su juventud una casa tipo cueva excavada en el flanco de una colina.

Por CHRISTOPHER BODEEN LIANGJIAHE / Agencia AP

Durante los siete años que pasó en esta comunidad remota del norte, Xi Jinping trabajaba con los aldeanos durante el día y dormía sobre ladrillos durante la noche, en agudo contraste con los mimos que tuvo en su infancia en Pekín.

Xi nació en el seno de una familia de la elite comunista, pero cuando su padre cayó en desgracia ante Mao Zedong —aunque después lo reivindicaron— fue enviado a los 15 años a una zona rural del interior para que aprendiera las virtudes de los campesinos.

Los años en Liangjiahe figuran entre los escasos detalles conocidos de la vida y personalidad de Xi, en parte porque él mismo los ha descrito como una experiencia formativa.

Este capítulo de la vida de Xi surge de la panorámica difusa de un hombre que había llamado poca atención durante gran parte de su carrera política, pero que se convertirá en noviembre en jefe del partido gobernante y en 2013 en el Presidente de China, nación que se reafirma cada vez más como una potencia.

Lo que es claro es que Xi ha destacado en su ascenso silencioso entre las filas porque posee las dos facetas más importantes.

Tiene el antecedente de ser educado, pertenecer a la elite y tener vínculos con los padres fundadores de la China comunista, lo cual es una ventaja crucial en el estamento político del país. Al mismo tiempo ha cultivado con eficacia la imagen de un hombre ordinario, que lo dota de atractivo ente un amplio sector de la población.

Incluso renuncio a un prometedor cargo en Beijing poco antes de cumplir 30 años para regresar a la zona rural.

Sin embargo, al principio no llegó con gusto a Liangjiahe, una pequeña comunidad cuyas casas típicas son cuevas excavadas en los flancos de colinas áridas, con muros externos de barro seco y accesos de celosía de madera.

Xi intenó escapar y fue detenido. Los aldeanos lo recuerdan como una persona de gran estatura que tenía afición por los libros y que poco a poco se ganó su respeto.

«Siempre era muy sincero y trabajaba junto con nosotros. También le gustaba leer mucho libros gruesos», dijo Shi Chunyang, otrora amigo de Xi y actual funcionario local.

De acuerdo a sus cánones, el estamento político en China ha difundido poco sobre las inclinaciones políticas de Xi.

No se le asocia con reforma audaz alguna. Los funcionarios con aspiraciones logran ascensos porque alentaron el crecimiento económico, controlaron la agitación social y siguieron la línea fijada por Pekín, no por su carisma ni exhibiciones de iniciativa.

Su antecedente como funcionario provincial deja entrever que Xi es abierto a la empresa privada y a algunas reformas administrativas a condición de que éstas no pongan en peligro el monopolio del poder del Partido Comunista.

Le gustan las películas de Hollywood sobre la Segunda Guerra Mundial y tiene una hija con un nombre falso en la Universidad de Harvard, aunque ha dejado entrever que es un firme nacionalista chino.

Xi es alto y pesado; está casado con una popular cantante de música popular del ejército. Se desenvuelve bien con los diversos grupos en contraste con los líderes típicamente rígidos y abstraídos de China, como el actual presidente Hu Jintao.