Hemos condenado con firmeza la intolerancia de quienes califican de delincuentes a los guatemaltecos que se ven obligados a realizar medidas de hecho para que se les escuche y se atiendan sus peticiones, pero con la misma firmeza tenemos que condenar la acción de los vándalos que en el curso de las marchas por el 20 de Octubre realizaron actos deleznables con el único fin de hacer daño a los bienes nacionales, acción que no deja absolutamente nada positivo y que únicamente pinta de cuerpo entero la falta de responsabilidad de quienes se encapuchan para crear problemas.
Una sociedad como la nuestra necesita de actitudes maduras y responsables para superar años de conflicto. En cambio, acciones como la de pintarrajear las paredes de edificios públicos no conducen absolutamente a nada más que a demostrar la actitud inmadura y confrontativa de algunas personas cuya única intención parece ser la de mostrarse como rebeldes sin que siquiera expongan la razón de su molestia con la sociedad.
Ayer, en cambio, los miembros de la ancestral organización conocida como los Cantones de Totonicapán, dieron una muestra de madurez, civismo y firmeza, marchando para hacer valer sus puntos de vista en ejercicio del derecho de petición y dando señales de que es todo el pueblo el que está integrado buscando solución a sus problemas. Sin perjudicar a nadie ni con berrinches como los de los vándalos que se lucieron el día del aniversario de la Revolución, nos enviaron a todos los guatemaltecos un mensaje muy firme y contundente de que no están ni jugando ni haciendo bochinches, sino simplemente actuando como ciudadanos que demandan, con justa razón, que se tomen en cuenta sus planteamientos.
Nuestros problemas son muy serios y la necesidad de buscar entendimientos nos plantea el reto de actuar, todos, con absoluta responsabilidad porque no podemos caer nuevamente en posturas que nos lleven de nuevo a un conflicto como el que ya tantas vidas costó y que al final de cuentas nada aportó a la construcción de una nueva sociedad. Hoy estamos igualmente de confrontados y de radicalizados, cometiendo algunos de los errores de intolerancia que en el pasado cerraron el espacio del diálogo y eso no podemos volverlo a tolerar.
Las autoridades tienen la obligación, en primer término, de atender las demandas de la población y escuchar sus planteamientos con madurez. Pero los ciudadanos también tenemos la obligación de hacer nuestros planteamientos con la mesura del caso y sin caer en esos actos vandálicos que no conducen más que al desprecio hacia quienes carecen de la educación y la madurez para actuar en nombre de la población.
Minutero.
Se aceitó la maquinaria
para aprobar presupuestos
como hay plata millonaria
se juntaron, por supuesto