Por alguna razón, la vida hoy en día va a mil por hora. Parece ser que siempre estamos en apuros y cada vez nos volvemos mas impacientes. De esta manera es muy difícil lograr apreciar las maravillas que ofrece este mundo impresionante y vivir una vida plena.
Un dicho muy popular hoy en día es, “el tiempo es dinero”. Pensamos que cada minuto vale oro y que por ninguna razón podemos distraernos ni un solo segundo de las cosas que tenemos que hacer. Por siempre estar enfocados en las cosas que tenemos que hacer, vivimos pensando que nunca nos alcanza el tiempo y que debemos correr para poder llegar al siguiente inciso en la lista enorme de la agenda. En mi opinión, deberíamos hacer las cosas con mas calma, poniendo enfoque y atención en lo que hacemos. Al poner nuestra total atención en lo que estamos haciendo, viviremos en el presente y no en el futuro como solemos hacer tan seguido. Al estar en el presente es que logramos apreciar tantas cosas espectaculares y gozar lo que estamos haciendo. Tenemos que parar y oler las rosas como dicen.
Hace unos años el Washington Post organizó un experimento social muy interesante y que resume el tipo de vida que llevamos hoy en día. En una típica mañana fría de invierno, un violinista se sentó en una estación de Metro de la ciudad de Washington DC y empezó a tocar su violín intentando ganarse unas cuantas propinas. El violinista tocó seis piezas de Bach mientras miles de personas pasaban por la estación. Muy pocas personas le prestaban atención y muchas menos paraban unos minutos para escucharlo tocar. Algunas personas paraban por breves segundos y luego continuaban. Otros, simplemente pasaban arrojando algún pequeño billete mientras pasaban de largo. Un señor se recostó en la pared a escucharlo tocar, pero en unos breves minutos miró su reloj y siguió caminando. Luego de estar tocando por 45 minutos, el violinista se detuvo y no recibió ningún aplauso o algo por el estilo. En total, nada más 6 personas se detuvieron a escucharlo y juntó 32 dólares en propinas. Nadie se dio cuenta, pero el violinista que tocó fue Joshua Bell, uno de los mejores músicos del mundo. Tocó una de las piezas más bellas escritas por el hombre y con un violín con un valor de 3.5 millones de dólares. Dos días antes de este experimento, Joshua Bell dio un concierto en Boston en donde se vendió hasta el ultimo asiento y cada entrada costaba mas de 100 dólares.
Este experimento analizó la percepción, el gusto y las prioridades de las personas, pero cuestionando si en un ambiente común y en una hora inhabitual somos capaces de darnos cuenta de las maravillas a nuestro alrededor. Si paramos y las apreciamos. Obviamente la conclusión del experimento fue clara. Si no tenemos un momento para parar y apreciar a uno de los mejores músicos del mundo tocar, asaber ni cuantas otras maravillas nos estamos perdiendo.
No caigamos en el piloto automático de vivir como les he dicho antes. Vivamos el presente y apreciemos tantas cosas espectaculares que tiene este mundo increíble. No caigamos en el habito de entrar en carreras. Esto lo único que hace es perjudicar nuestra salud y distraernos de las verdaderas cosas buenas de la vida. Convirtámonos en protagonistas de la tierra. La vida es corta, así que vivámosla al máximo apreciando todo y gozando cada segundo.