Argentina, en plena expansión agrícola, tiene la posibilidad de transformarse o de volver a ser uno de los principales graneros del mundo, según el productor Gustavo Grobocopatel, conocido como el «rey argentino de la soja».
Autoridad de un grupo cuya facturación se eleva a 200 millones de dólares, Gropocopatel, de 45 años, está convencido de que Argentina tiene un potencial fantástico para alimentar al mundo gracias a un modelo agrícola de muy buenos resultados.
Al proyectarse en el horizonte de los años 2010 y 2020, cree que su grupo ’Los Grobo’ estará inmerso en una Argentina con un elevado desarrollo tecnológico donde la agricultura será el principal estandarte de una nueva sociedad del conocimiento.
«Argentina va a ser la fuente mundial de proteínas», asegura en una entrevista con la AFP en la localidad de Carlos Casares, a 310 km al sur de Buenos Aires.
La agricultura es actualmente la fuente principal de divisas de este país y se estima que la soja significará este año el ingreso de unos 11.000 millones de dólares, de los cuales 2.500 millones irán directamente a las cajas del Estado merced a las retenciones sobre las exportaciones, un impuesto muy criticado por los productores.
Argentina triplicó en pocos años su producción de granos (soja, maíz, trigo, entre otros) gracias a las nuevas tierras y las nuevas tecnologías –como la siembra directa, que hace inútil la labranza–, así como por recurrir a los Organismos Genéticamente Modificados (OGM).
En este tema, Gropocopatel borra de un plumazo las críticas que se le hacen a menudo en Europa a los OGM y asegura que hay «mucha hipocresía» de parte de quienes hacen estragos en la tierra por recurrir masivamente a los fertilizantes y a los pesticidas.
Pero, según el productor, es su organización la que mostró más innovaciones dentro de la agricultura del país sudamericano.
«La agricultura argentina es una agricultura sin tierra, sin trabajo, sin capital, sólo con conocimientos. Es una actividad de la sociedad del conocimiento», resume.
Explica que el 70% de las tierras agrícolas se alquilan y que cerca de 80% de las actividades (siembra, cosecha, etc.) son tercerizadas, a través de subcontratistas, y que no es necesario el capital porque es posible pedir préstamos antes de lanzarse a la producción.
El grupo ’Los Grobo’, verdadera historia exitosa en Argentina es un ejemplo perfecto de esta realidad.
Se trata de una empresa familiar que cultiva actualmente 105.000 hectáreas, pero es propietaria de apenas el 15% de esa superficie.
Además, hace trabajar una red de 1.500 pequeñas y medianas empresas, lo que involucra a unas 7.000 personas, para sus actividades tanto agrícolas como comerciales y tecnológicas.
Lejos de suprimir empleos, la soja los crea, ya que el sector de alta tecnología vuelve obsoleta la división tradicional entre el sector primario, secundario y terciario, afirma el director de ’Los Grobo’.
Y para ilustrar su planteo, cita a su padre Adolfo: «Antes, en el campo, éramos cien y en la oficina, diez, y ahora somos diez en el campo y cien en la oficina».
Señala entonces con un movimiento de su brazo a las decenas de empleados de comercio, informáticos, ingenieros agrónomos y financistas, que trabajan en la ultramoderna sede del grupo, situada en la rica Pampa Húmeda.
Gustavo Gropocopatel se muestra confiado en la evolución de las materias primas, cuyo precio no cesa de aumentar.
Si un día el desequilibrio entre la oferta insuficiente y la fuerte demanda se reduce, los precios se mantendrán a raíz de los cambios generados por la irrupción de China o India en el mercado.
Este productor advierte no obstante sobre el atraso acumulado en materia de inversiones tanto públicas (transporte, telecomunicaciones, infraestructura) como privadas.
Pero si Argentina no pierde esta oportunidad de reencontrarse con su pasado de gran productor agrícola, que le pertenecía a principio del siglo XX, entonces -asegura- «el renacimiento esta vez no va a ser en Europa».